Nos dicen de pequeños que los lazos mas fuertes son los que tienes con tu familia, pero ¿Qué sucedería si ese lazo es lo que mas deseas destruir?
Adrien era un chico que paso la adolescencia deseando algo que se le era prohibido, mientras que Marine...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Afraid
Si me preguntaban que sucedía, respondería que no tenía idea. No sabia nada. Ni el porque me encontraba en el parque. Por que el hombre extraño estaba en el parque. El por qué ambos coincidentemente nos hallábamos ahí, uno frente al otro, musitando el nombre de la misteriosa mujer que estaba en mi ficha de nacimiento, en vez... que el verdadero nombre de mi madre. La azabache que me crio, quien supuestamente me vio nacer de su vientre y me amo como un tesoro toda su vida.
La imagen de mi madre se repetía continuamente en mi cabeza, al igual que la de papá y Marinette. Mi imagen de ellos comiendo felizmente en la mesa del comedor, mientras yo veía tal pintura de lejos. Apretando mis nudillos y perdiendo todo el aire de mis pulmones cuando todo cambio y ahora..., solo podía ver a mi madre ahogándose con sus lamentos, totalmente sola en su habitación. Escuchado preguntarse muchas veces... ¿Por qué hiciste eso..., Tom?
—¿Qué hace aquí...? —estaba asustado. Levante mi trasero del columpio, escuchado el chocar de las cadenas, mientras una brisa helada pasaba por mi espalda a pesar de ser verano—. ¿Quién diablos le dijo como me llamo?, ¿Quién es usted? —señale con mi dedo.
—Tranquilízate, muchacho —empezó avanzar y mi sentido de alerta se activó.
—Una mierda que me voy a tranquilizar —estaba alterado, aun con mi corazón latiendo inundados de adrenalina y mis pulmones pasando aire a penas—. No se acerque y dígame quién diablos es. ¿Por qué sabe mi condenado nombre? —exigí—. Jamás se lo he dicho.
Lo note tensarse, y si no fuera por mi enorme colera y miedo, hubiera visto esa nota de tristeza en sus grises, mientras sus manos se apretaban a sus costados. Este hombre era extraño, uno formal y siempre que lo encontraba en la ciudad usaba un traje de empresario. Su cabello siempre estaba perfectamente ordenado y con un gel que podía oler a lo lejos, a pesar de estar a metros de distancia. El era igual. Distante y con cierto vacío en sus pupilas, como si buscara una respuesta. A alguien que ya no se encontraba aquí.
—Mi nombre es Gabriel Agreste —arreglo su corbata, como si tratara de simular el nerviosismo. ¿Este hombre podía demostrar nervios?, se me era imposible de creer—. Soy..., bueno, en realidad ya no, pero... —carraspeo, y yo pude oír el eco de mi corazón bombeando. Como si en vez de un cerebro, tuviera mi corazón en la cabeza. Mi presión estaba a la mierda y la bilis subiendo por mi esófago—. Fui... amigo de tu padre en el pasado.
