Kagami Tsurugi tenía 30 años, y estaba a solo días de casarse con un hombre que no amaba, o al menos no de esa forma. Adrien Agreste era su gran amigo, llevaba años fingiendo una relación con ella, ya que era la única forma de poder estar realmente con quien amaba y no tener problemas con su madre. Adrien había sido un gran cómplice, pero nunca pensaron que fingir su relación los orillaría a un compromiso.
Los padres de ambos chicos llevaban años presionando porque la joven pareja se comprometiera, recalcando que llevaban demasiado tiempo juntos, y que no se vería bien que no hubiera pronto una formalización. Además, sería una gran oportunidad para unir ambos imperios, y ser la familia más poderosa de París. Según sus planes, solo les quedaba un año de esta farsa, tan pronto Luka llegara de su última gira, se escaparía con él. Sin embargo, sus planes se habían visto arruinados cuando hace dos meses descubrió que estaba embarazada. Adrien le propuso que se casaran rápidamente, así la madre de la chica no la molestaría por haberse embarazado fuera del matrimonio, y podían ganar algo de tiempo, mientras Luka terminara su gira.
Así las cosas, planearon todo en un mes, para nadie fue una sorpresa el repentino compromiso, los rumores ya circulaban en los medios, la prensa parisina estaba loca anunciando el compromiso de la pareja, y que Kagami esperaba al futuro heredero de los Agreste y Tsurugi.
Kagami estaba realmente agradecida con Adrien, los 5 años que llevaba saliendo con Luka, él le había servido de tapadera, no sabía de lo que su madre era capaz de hacer, si se enteraba que con quien realmente salía era el músico. Él había sido más que solo su amigo, había sido su confidente, todo sería más difícil si él no estuviera con ella. No entendía como alguien tan bueno como él, había sufrido tanto.
Ella sabía de todo lo que su amigo había pasado, había sido testigo de primera mano de su dolor, recordaba con pesar aquella vez en que pensó que él moriría, esa oscura noche aún la atormentaba, no podía creer lo mucho que esa mujer lo había lastimado, al punto de lastimarse así mismo con el fin de olvidarla. Ella también se había vuelto su confidente, conocía su verdadera identidad y todos los sacrificios que había hecho para poder cumplir con su deber. Realmente lo admiraba, y no podía entender que alguien como él, había sido dejado de aquella manera tan despiadada. A pesar de que solo estuvo un año fuera de Paris, él ya no había vuelto a ser el mismo, algo le faltaba. Si bien Marinette, había sido muy cruel con él, sabía que el dolor de su amigo no solo se debía a ella, sino que había algo más, y creía que se debía a Ladybug, pero luego de la rendición de Hawk Moth, ya no se sabía nada de ella.
Todos estos años Adrien se había mantenido en un bajo perfil, seguía siendo modelo de la marca de su padre, pero también tenía sus propios negocios. El joven no había vuelto a tener una pareja formal, solo pequeños revolcones con la chica de turno, pero nada significativo. Al principio ella creía que se debía a que debían mantener su farsa a vista de todos, y ninguna mujer seria pondría sus ojos en un hombre que, a vista de todos, estaba en una relación con una de las mujeres más importantes de París. Pero luego, él le dio a entender que aquello no tenía nada que ver con su trato, sino que él ya no creía en el amor.
Ella estaba segura que eso solo era una excusa, conocía muy bien a su amigo, y todo aquello era una vil mentira que él mismo se repetía para no volver a sufrir. Quería creer que pronto encontraría a una chica que lo haría cambiar de opinión y le mostraría lo hermoso que era amar y ser amado. Pero ahora las cosas se complicaban mucho más para él, porque su compromiso había sido anunciado por sus padres, que estaban orgullosos de que por fin sus planes se estaban concretando.
Marinette se preparaba para iniciar un nuevo día de trabajo, se vistió con unos pantalones de tela corte recto, una blusa blanca, un blazer negro y zapatos de taco medio, del mismo color, hace años que ya no usaba otra combinación de colores que no fuera esa. Su vida se había vuelto tan monótona como su vestuario ¿Quién pensaría que aquella chica de coletas se convertiría en ello? Ni ella en sus peores pesadillas habría podido prever lo que le deparaba el futuro. Desde que se recibió como abogada había trabajado para el mismo despacho, le iba bastante bien, su fuerte eran las causas de familia, le gustaba mucho poder ayudar a los niños, le recordaba sus años como la superheroína de París, defendiendo a los desamparados.
A pesar de que su trabajo le apasionaba, se sentía mal por haber dejado olvidado todos sus sueños. Casi ni tenía tiempo para ella, si no estaba en la oficina, estaba ayudando a su padre en la panadería, pues luego de la trágica muerte de su madre, él había quedado solo. Ella tenía su propio apartamento cerca de la oficina donde trabajaba, así se aseguraba de no llegar tarde.
Aquella mañana revisó las causas que tenía pendientes, y aprovechó que tenía un poco de tiempo libre para revisar sus redes. Jamás pensó que se encontraría con aquella noticia, Adrien Agreste y Kagami Tsurugi anunciaban su compromiso, luego de 5 años de noviazgo, y lo peor, la pareja estaba esperando a su primogénito. Había transcurrido casi un año desde la última vez que había hablado con él, y ella no estaba enterada que en ese entonces él ya estaba en una relación. Fue un duro golpe para ella enterarse de ello por la prensa. Sintió un poco de nostalgia al pensar que si las cosas no hubiesen sucedido de la forma en que pasaron, ella sería la Sra. Agreste, y muy probablemente, a estas alturas ya tendrían más de un hijo. Fue interrumpida en su introspección cuando sintió que alguien golpeaba la puerta.
-¿Marinette, puedo pasar? – Se escuchó a lo lejos la voz de un hombre, la chica se paró de su asiento y le abrió la puerta.
-Hola ¿Qué tal tu mañana?- Saludó a aquel hombre con un pequeño beso en los labios.
- Mucho mejor que la tuya, al parecer- Al parecer su novio se había dado cuenta que algo la había afectado, parecía una tontería, pero él no podía saber, que ella era la chica que había dejado al hijo del famoso diseñador Gabriel Agreste. Claro, porque la noticia de que una ''estúpida chica'' había dejado al hombre más codiciado de París se había extendido por toda la ciudad, nadie sabía quién era aquella chica, mas que su círculo cercano. Estaba segura que luego de tantos años, nadie lo recordaría, pero no quería ser juzgada por algo que aún seguía doliendo.
Michel Doinel, era el nombre de su novio, él era abogado al igual que ella, aunque se dedicaba al área corporativa. Estaban a unas semanas de cumplir su primer año juntos, y tenían planeado una escapada romántica ese fin de semana. Él era muy bueno con ella, por años solo se conocían de vista, puesto que trabajaban en el mismo despacho, pero el día que realmente se conocieron, Marinette había recibido la noticia del accidente de su madre, y él la había escuchado llorando por fuera de su oficina, la acompañó durante todos esos días, que sin duda habían sido los más dolorosos de su vida, desde que Chat Noir la había dejado.
-¿Qué te parece si salimos a comer hoy?- Normalmente, comían juntos en la oficina de él, que era mucho más grande que la de ella, además tenía un gran sofá donde sucedían algo más que solo besos. Todos en su oficina sabían que ellos estaban juntos, tampoco es que fueran muy discretos, muchas veces habían sido sorprendidos en flagrancia.
- Si, necesito salir de aquí- Dijo algo fastidiada
- ¿Por qué? ¿Pasó algo?- Le preguntó, sabía que algo en su novia no estaba bien, pero pensó que se debía a que pronto se venía un nuevo aniversario de la muerte de su madre.
- Nada, es solo que estoy cansada de estar aquí, necesito distraerme un poco- El joven miró con preocupación a su novia, algo andaba mal. Quizá durante su comida podría averiguar qué sucedía.
-Entonces nos vemos a las una, nos vemos preciosa- Se despidió con un intenso beso, que Marinette no respondió.
A los minutos que su novio dejara su oficina, recibió la llamada de su mejor amiga Alya, que la llamó para contarle de la noticia que estaba circulando por todos lados. Alya había sido su pañuelo de lágrimas, ella lo sabía todo, el porqué no aceptó la propuesta de Adrien, lo dividida que se sentía entre Adrien y Chat Noir, y el hecho de que el héroe la había dejado, con la sola salvedad de que no conocía su verdadera identidad. Marinette le aseguró que estaba bien, y le pidió que no se preocupara. Sin embargo, al volver hablar de ello con su amiga, revivió sentimientos que ella creía que habían muerto hace muchos años, el amor que sentía por Adrien, y lo mucho que extrañaba Chat Noir, casí sentía que volvía a tener 16 años de nuevo.
Volvió a sentir toda esa confusión que la atormentó en aquellos años, y añoró haber realizado las cosas de otra forma, pero luego recordó aquello que le había dicho su compañero antes de dejarla, que no se puede cambiar el pasado, y vaya que estaba segura de ello, ya era demasiado tarde para ellos, Adrien se iba a casar y pronto se convertiría en padre, y su compañero estaba en algún lugar desconocido y pronto se cumplirían diez años desde la última vez que lo había visto.
...
Hola a todos, al fin tenemos nuestro salto en el tiempo. Han pasado 10 años desde la propuesta, han pasado muchísimas cosas entremedio, que pronto iremos conociendo más. Agregué un nuevo personaje, que será muy importante para nuestra historia. Nuestra Marinette es abogada, y decidí eso, porque yo lo soy, y me manejo mejor con los términos, también porque quería que fuera un trabajo que contrastara mucho con su verdadero sueño, y además porque el Derecho es una carrera que puede resultar muy apasionante si se ama. Bueno, esto es todo por hoy, al final si subí el capítulo porque estuve muy emocionada escribiendo, y quiero saber qué piensan.
Coméntenme qué les pareció.
-Mrs. Fitzberry
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A veces cometemos errores
Fanfic¿Quién habría imaginado que una propuesta de matrimonio ocasionaría tantos problemas? Adrien Agreste, no tenía idea todo lo que desencadenaría su propuesta, ella amaba a otro, y ese otro, era nada más y nada menos que su alter ego, Chat Noir. A vece...