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Sus pies duelen aun cuando toma asiento y empieza a sobarlos. Es ya pasando el medio día y no para de ver el reloj viejo de la pared del supermercado. El segundero no parece avanzar. Su día parece mucho más largo de lo normal. Y sólo para convencerse saca su móvil del bolsillo para ver si ya era hora de poder volver a casa.
Pero no.
Decepcionado al ver que realmente faltan tres horas más, se pone de pie y dibuja una sonrisa en sus labios para atender al siguiente cliente que trae como miles de productos y sabe que no podrá sentarse hasta el final de su turno.
Toma sus cosas y viste un enorme abrigo para salir. Ni siquiera tiene las energías suficientes para cambiarse y sacarse el uniforme del trabajo. Tampoco le importa, a estas alturas, sacarse el gorrito de marinero que baila sobre sus cabellos.
Mira a un grupo de jovencitos acercarse, todos alegres y despampanantes, vistiendo sus mejores galas seguramente para asistir a la feria que acababa de instalarse en su barrio. Él no se siente capaz de continuar mirándolos. Baja la mirada al sentir algo punzar en su pecho, quizá por la nostalgia que parecía haber removido sus entrañas.
Automáticamente dirige sus manos hacia su estómago. Culparía, una vez más, por última vez, al pequeño bultito que crece cada día. Culparía a las hormonas el sentir ganas de llorar repentinamente, avergonzado de no poder aceptar su situación.
No era lo que había pedido, pero le era realmente difícil aceptar que la vida había cambiado tan repentinamente.
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¡Buenas Gente!
Hace ya tanto tiempo que no me paso por aquí. Les debo miles de fics, pero pasaron tantas cosas que apenas regresó mi musa y, sin querer, estoy escribiendo este pequeño fic que no tiene nada que ver con lo anteriormente prometido. Así es la inspiración (?)
No los aburro más, sólo espero que estén bien, dentro de lo que se puede. Les mando un fuerte y cálido abrazo <3
¿Primeras impresiones?
<3
Nela.