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Rueda los ojos cuando su madre intenta, de nuevo, emparejarlo con la hija del otro accionista de su asociación. No era mala opción, al contrario, era bella e inteligente, es sólo que nunca tuvieron química alguna.
—Vamos cariño, no te metas tanto en el trabajo, también debes buscar alguien, ya sabes... Momo es hermosa, también está Seohyun, es una omega tan bonita —Minho suspira por millonésima vez, porque no puede contestarle como normalmente hace; Taemin está en la oficina—, mira, sólo quiero nietos.
—Ay, madre, haré lo posible ¿sí? Estoy trabajando ahora mismo. Además, espero que estés exigiéndole también a Miseok. Jum.
Ella bufa al otro lado del teléfono, porque odia que Minho la llame madre, sabe que lo hace para molestarle cuando ella está metiéndose demasiado con él.
—Como sea, estaré llegando un par de días antes con tu papá, pensamos en visitar a tus tíos y en la noche podríamos salir a cenar.
—Perfecto. Los espero.
—Llamaré también a Minseok.
Sonríe cuando la llamada termina, Minho siente los músculos de sus hombros entumecidos, cansado por lo que implica esa llamada. Ni siquiera los días con más trabajo lo dejan así. Ojalá su abuela estuviera ahí para defenderlo.
Mira el montón de invitaciones que en nada saldría a entregar. Claro, por eso llamó a su mamá, para invitarle, pero terminaron hablando de los nietos que ella quiere.
Tendría que hacer un par de viajes largos para dejar invitaciones, y si quería alcanzar a hacer todo ese día, debería estar saliendo de una vez.
—Señor Choi —su voz parece demasiado suave, como si realmente no quisiera que lo escuchara, o es él mismo intentando regresar de sus pensamientos a la realidad.
—Dígame Señorito Lee —sonríe al fin ante el bonito omega que sujeta todavía la invitación y tiene el ceño fruncido, como cuando examina los suministros e intenta hallar algo en mal estado.
—Yo... —en una situación diferente, Minho sabe que Taemin se regañaría a sí mismo por aplastar de ese modo la elegante invitación entre sus dedos— sobre la invitación...
Oh, quizá no iría.
Minho le concedería lo que fuera que quisiera, con tal de ver que ese ceño deje de estar tan fruncido, como si algo estuviera atormentándolo.
—Quería preguntarle si usted...
El móvil empieza a sonar entre sus dedos interrumpiendo lo que fuera que Taemin quisiera decir. Cuando ve el nombre del contacto ya sabe lo que le espera. Su madre había hecho sus movidas (a la velocidad de la luz) y él prefiere seguir conversando con su asistente que se ve tan decidido.
—Devolveré la llamada luego.
—¡No! —Minho se sobresalta internamente por la reacción— No es importante, ya se lo diré luego. Tome su llamada.
—Claro...
Le gustaría mucho que su abuela estuviera ahí para regañar a su madre que no hacía más que empujarlo al precipicio, incluso organizándole citas con las hijas de sus amigas. Y es que no podía quejarse ni con su padre que, en esa relación, su padre parecía el omega y su madre la alfa, aunque fuera imposible.
—Señorita Momo, buenas tardes.
—¡Hola Minho!
Por eso adora que Taemin le llame Señor Choi, lo adora, porque nadie más lo haría como él.