*
*
*
Sus ojos se cristalizan en cuanto ve a su hermano mayor en la puerta del centro médico. Jinki era el único que lo iba a visitar y no sentía deshonra porque su hermano no fue reclamado y ya estaba encinta.
—¿Te trata bien? —pregunta él mientras arrastraba la silla para que Taemin se sentase en ese pequeño restaurante al que solían ir juntos cuando su familia todavía era una familia y él creía que contaba con ellos.
—Lo hace —miente.
No quiere preocuparlo. Suficiente tenía con ser la vergüenza de su familia como para ir a sumarles esa preocupación. De todos modos, sus padres no querían saber nada de él. Tampoco lo apoyarían si es que su matrimonio terminaba, porque eso los deshonraría mucho más, si es que se podía.
—No me agrada.
Taemin sonríe triste. Jinki siempre fue el más intuitivo de su familia. Se lo dijo cuando vio por primera vez a Kwan Young. No hizo caso y ahí estaba.
Todavía no podía creer que esa persona por la que creyó que sería capaz de todo, aquél que le endulzó el oído y le prometió un montón de cosas, aquel con el que tuvo sus primeras ilusiones, terminaría siendo el motivo de esa agonía, de ese dolor palpitante y constante en su pecho. Ambiciosamente creyó que los buenos tratos, las atenciones y bonitas palabras serían el camino al cielo, al que subió por unos cortos minutos, tan alto, tanto que la caída no tenía fin.
El nudo en su garganta es constante, arde y lastima como si fuera a explotar en algún momento. Las lágrimas están presentes siempre en su día a día, si no las derrama, por dentro siente que se ahoga y tiene los pies atados a un pesado yunque que no le deja salir a flote.
Ojalá un día no muy lejano pudiera sonreír sinceramente y contar cosas menos trágicas, menos preocupantes, que sean el motivo del alivio de su hermano.
Él no cuenta sus problemas, pero pregunta por los de su hermano mayor. Le cuenta cómo le va en el trabajo y sus estudios. Le cuenta sobre la novia con la que quiere formalizar, a la que adora, por la que su sonrisa y sus ojos brillan mucho más que la luna llena reinando en lo alto del cielo. Sí, esa era una sonrisa de una persona sumamente enamorada. Una sonrisa capaz de opacar la belleza de la luz de la luna. Esa sonrisa no tiene comparación cuando habla de ella mientras caminan por las calles céntricas de la ciudad.
Grande es su sorpresa cuando ingresan al mercado que está por cerrar. El aroma fuerte de las verduras y frutas le recuerdan que debe tragarse todo eso para estar bien. Bien. Ayuda a Jinki a escoger las frutas y verduras, aprendiendo cuando él le enseña a comprar las hortalizas que Taemin detesta.
—Bien hermanito, cuídate.
Se acerca y le da un fuerte abrazo, obsequiándole algo de su fuerza y calidez que hace tanto no sentía. Hasta ese instante no se dio cuenta de que necesitaba un abrazo, tan sólo uno para rearmarse y decidir que la vida no era tan mala.
—Son para ti —Taemin sorprendido sujeta el par de bolsas llenas de todo lo que necesitaba—. Come bien, por favor.
Sorbe la nariz cuando Jinki saca dinero de su billetera y lo esconde en el bolsillo más pequeño del viejo abrigo que siempre lleva encima para esconderse del mundo.
Y se sintió un poquito más fuerte al saberse no tan roto, no tan solo; amado.
Se quedó un poquito más en la puerta del condominio. Jinki subía al taxi enviándole besitos voladores mientras se despedía. Esa noche la luna brilla preciosa en lo alto del cielo. Perfectamente redonda y amarilla. Siente que le hablaba al oído, contándole que no está solo, que todavía había gente que se preocupaba por él.
La brisa nocturna parece llevarse un poco de ese pesar que no parece querer desaparecer de su día a día.
*
*
*
¡Buenas gente preciosa!
Nada, la vida pasa y a veces poco o nada podemos hacer al respecto. Sólo agradecerles por la paciencia <3
Abrazos <3