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Taemin diría que se siente estar sobre las nubes, pero era un decir, nubes negras, corrigió sus pensamientos al ver los ojos de la madre de Minho clavarse en él cuando llega a la celebración del aniversario. Jura que sus extremidades se entumecen y se mueve como si fuera un robot. Intenta recordar toda le etiqueta y protocolo posible para no equivocarse ante los ojos astutos y atentos, evaluadores y críticos sobre su persona durante todo el tiempo.
—Mi hijo no para de hablar de ti —Taemin no puede evitar preocuparse y sentir que cae al precipicio, porque no tiene idea de lo que fue a contar, o incluso si contestar de la forma más cliché posible era lo correcto para agradarle.
—Espero que sean cosas buenas.
—Y es que parece que se le terminaron los temas de conversación.
Cuando la ve sonreír levemente, Taemin sabe que está a salvo. Aunque la duda todavía lo muerde por todas partes cuando la cena culmina y los músicos empiezan a tocar música más movida, las bebidas empiezan a circular y Minho apenas termina de hacer de anfitrión junto a la señorita Momo para dar inicio a la fiesta como tal.
Para Taemin todo es bueno, sinceramente. Cuando cayó en la oficina después de que Jjonghyun le hablara para una oportunidad de trabajo, supo que estaba delante de la mayor bendición de su vida. Después de todo, Minho era el secreto más preciado que guardaba en su corazón, nadie sabía de él. Fue un milagro volver a verlo.
Minho está a su lado, conversando con los accionistas y toda esa gente de negocios, además de amigos que se reúnen para hablar de negocios, Taemin siente que está sobre una nube blanca, flotando tranquilamente, pululando alrededor de su cita que lo presenta orgulloso ante todos y lo invita a bailar a la tercera ronda de tragos que se sirven en la mesa.
—¿Pasa algo? —la preocupación en los grandes orbes algo achinados por el trago, hacen a Taemin temblar.
—No, es sólo que...—sintió miedo de quitarse el abrigo y revelar la camisa formal y muy a la moda que compró para la ocasión. Pero qué demonios, pensó al ver que todos estaban atentos a sus tragos y decidiendo salir a bailar también—dejaré mi abrigo.
Minho le ayuda y Taemin teme encontrarse con sus ojos. Después de todo, la camisa es formal, hecho en seda, diseñado para mostrar el cuello omega, pulcro e inmaculado (o reclamado) con elegancia. El pequeño chaleco ajustado a cintura ayuda a cubrir un poco su vergüenza, porque es la primera vez que hace algo así para mimarse y, obviamente, para coquetear con Minho.
Es, hasta ese día, que todos los empleados de ambas cafeterías se enteran que están saliendo. Besarse delante de todos en medio de la pista de baile es como muy revelador.
Ambos ríen avergonzados cuando las risillas de las chicas llegan a sus oídos, o cuando felicitaciones también los alcanzan.
—Pues no me muevo mejor que un poste, pero haré lo que su majestad diga —un Minho algo mareado ríe abrazándose a su cintura—, aunque sólo quisiera besarte y besarte... y besarte más.
Taemin siente su piel estremecerse. Él desea también. Siente el calor de las grandes manos en su espalda baja atravesar la tela, quemándole sin piedad. Agradece que al alcohol los desinhiba un poco, diciéndose cosas que quieren, pero que no pueden, porque es peligroso dar un paso hacía allí, algo demasiado rápido podría estropearlo todo. Pero, no lo supo hasta ese momento, que necesitaba escucharle decirlo, palabra a palabra, declarando que está tan mal como él.
La vida había sido un reto que a veces parecía demasiado. Dormir apenas un par de horas mientras cuidaba los primeros meses de Eunji, y luego se acomodaba a llevarla al trabajo e intentar no descuidarla en los días más movidos. Agradeció no haber estado solo, cuando la vecina se apareció golpeando su puerta una madrugada encontrándolo llorando sin saber por qué Eunji no dejaba de llorar. Ella le ayudó y le dio tantos tips que Taemin jamás habría imaginado que servirían para mantener sana y feliz a Eunji. A sus compañeros de trabajo que lo ayudaban con Eunji cuando a veces estaba demasiado cansado, adorándola tanto como él. Un tiempo después buscó a Jonghyun y Kibum le dio otra avalancha de tips que hicieron la crianza de Eunji todavía más llevadera. Sin embargo, estando aquí y ahora, mirándose en los ojos grandes de Minho, se acepta un poquito más, habiendo cambiado tanto, habiendo dejado ese Taemin joven e iluso, habiéndose despedido de ese Taemin que dejaba que lo pisotearan, ahora el cambio no es en absoluto malo.
Cuando decidió marcharse a Seúl, Taemin aceptó el reto. Ahora que Minho lo rodea completamente con sus brazos besando su frente, Taemin sabe que su esfuerzo, una pizca de suerte y mucho corazón lo llevaron justo a ese lugar, ese lugar que realmente merece.
Es justo lo que tanto hubo pedido en sus deseos ingenuos de niño.
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Gente preciosa, gracias por la larga espera!
Mañana publicaré el capitulo final <3