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—No es que mi cocina rivalice con la de los restaurantes —dijo mirando las pelusas inexistentes que Taemin intenta quitar de sus pantalones.
Minho todavía se siente fuera de sí. No entiende siquiera cómo es que está conduciendo y conversando como si nada estuviera ocurriendo, cuando en su interior es un desastre total de emociones e ideas que parecen el revoltijo de verduras y huevo que suele cocinar cuando le da flojera salir a comprar comida los fines de semana.
Pero esta vez no está seguro de si saldrá algo bueno de lo que está haciendo.
—Creo que es lo de menos —se felicita por poder contestar de la mejor forma sin parecer pretencioso.
—Bueno.
Siente que el oxígeno falta, o es que sobra, pero sus pulmones están en mal estado. Y eso que está haciendo deporte el tiempo suficiente para mantenerse saludable. Pero no es malestar del todo, como en la oficina, hay algo ahí, quizá el dulce sabor del chocolate con pasas de uva que comió hace un instante que le mantiene con una leve sonrisa en la cara.
LacasadeTaemin. LacasadeTaemin. LacasadeTaemin.
No lo está yendo a dejar porque salieron tarde del trabajo, y no es como que Taemin se lo habría permitido alguna vez incluso cuando salieron a altas horas de la noche.
Él le invitó.
No sabe a lo que va, su cerebro aún está aletargado y sólo responde con un tic en los dedos tamborileando sobre el volante del automóvil, mientras obedece las indicaciones.
Todavía su cerebro parece no procesar del todo lo que ve, el pequeño departamento en el que no está nadie más. Nadie.
—Puedo ayudar —dijo mientras Taemin se arremangaba el jersey amarillo y le sonríe como no hizo durante todo el día.
—¿En qué?
—No lo sé, sólo no quiero sentirme inútil.
Odia esperar a que otros le dejen todo hecho, su abuela le educó para ser siempre útil, aunque a veces no fuera lo suficientemente bueno. Mientras que sus padres le contrataban personal que se ocupara de todo en la casa, su abuela le enseñó a no depender de nada ni nadie, aunque nunca pudo hacer mucho por sus habilidades culinarias.
—¿En qué e-eres rápido?
La cara avergonzada no pasa desapercibida, menos ese intento para tutearle y eliminar los límites que todavía tienen entre sí.
—Puedo picar verduras sin cortarme los dedos.
Escucharle reír a carcajadas hace magia en su cuerpo ansioso. De repente la calma parece inundarlo mientras sigue mirando las manualidades de Eunji y las fotos que están enmarcadas en la vitrina de la pequeña sala de estar.
El departamento es pequeño, acogedor y cálido ahora que el dueño todavía es incapaz de dejar de reír.
Un corto circuito explota en alguna parte del lóbulo frontal, donde se supone que está su raciocinio bien desarrollado.
¿Y la pareja de Taemin? Se vuelve a preguntar al no ver a nadie más en las fotos; sólo Taemin y Eunji.
—Vamos señor Choi —dijo el omega mostrándole la cocina—, puede ayudarme a picar las verduras.
Minho agradece el vaso de jugo de manzana, mientras intenta existir sin perderse demás en sus pensamientos azotadores. No es tan difícil si su asistente es tan atento, riéndose a sus costillas cuando no puede picar algo y termina haciendo el trabajo él mismo.
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No es lo que pedí
Fiksi PenggemarNo es fácil saber que ya no soy lo que solía ser. 2min.