Newén II

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Newén se puso a caminar, tenía que alejarse de ella, seguro que no le traería más que problemas. ¿Cómo había olvidado quién era? Lo peor es que se estaba creyendo aquella mentira con ese nombre tan ridículo, Keira.

Sintió como le llamaba, pero creyó mejor ignorarla. Sintió como corría hasta alcanzarlo y después de unos minutos, cogió el ritmo de la marcha, pero no podía aparecer con ella en el campamento, y menos con esa tontería que le acababa de soltar: "Soy Keira, una arqueóloga estadounidense". De todas esas chorradas, lo único que había dicho de verdad era la de nombrar la diosa Esyre, con lo cual creía que solo quería jugar.

Así que, después de meditar un rato sobre lo qué hacer y cortar esos juegos de golpe, se paró en seco, y se giró para afrontarla. Ella, al estar mirando al suelo, no se percató de que Newén se había detenido, y chocó contra su pecho. La estudió silenciosamente y antes de decir nada, le realizó las señas que ella, en su día, le mostró. Necesitaba saber hasta qué punto quería seguir con esa farsa...

Las alas de una diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora