Capítulo 34

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Si le preguntaran a Emma cuál sería el momento más vergonzoso de su vida, seguramente diría que es el que atraviesa ahora mismo.

John desapareció sin decir más nada y Roger tuvo que ir a buscarlo mientras Dominique ayudaba a Emma a limpiarse en el baño. La imagen deplorable de la maestra la dejaba como una loca borracha que ahora deben cargar a cuestas, puesto que ni ánimos de caminar tiene.

Al final acordaron hacer algo más sano, por la cercanía de la residencia Taylor, Dominique decidió que era mejor ir hasta allá para que John y Emma estén más tranquilos. Dejarlo manejar hasta Londres con ella en ese estado no era lo más conveniente. Es así como Roger terminó manejando el auto de su amigo estando él de copiloto, mientras que Dom los seguía en el auto del baterista con una Emma casi inconsciente.

Cuando llegan a la casa piden ayuda y así el rubio carga a la maestra y la lleva hasta una de las tantas habitaciones de huéspedes, siendo seguido por Dom y la niñera de sus hijos, quien se anotó para ayudarla. De esta manera pudieron acomodar a Emma con una ropa ligera para luego acostarla en la cama y dejarla descansar.

Durante ese tiempo Roger fue a buscar a John, quien se había perdido en el jardín de la casa. Ni el frío de octubre impidió que se sentara en el césped y se quedara allí rompiéndose la cabeza para tratar de calmarse. Su cigarrillo era su mejor compañero y tenía suerte de contar con unos más en la caja que lleva consigo.

Recuerda ese beso como si acabara de suceder, todavía siente los labios de Emma sobre los suyos y ese calor que irradiaba su cuerpo pegado al suyo. Su perfume, sus manos recorriendo su pecho… toda ella. No había sentido algo así por una mujer en mucho tiempo, ni las infinitas chicas que compartieron con él pueden superarla. Emma es especial, ella es todo lo que necesita y ahora la tiene a medias, porque no está seguro de que ella mañana recuerde por completo esa noche y mucho menos está seguro de poder soportar estar alejado de ella si eso sucede. No puede ni imaginarlo.

Con manos temblorosas toma otro cigarrillo tras terminar el otro y lo enciende sin percatarse de que Roger se acerca a él y se sienta a su lado.

El rubio lo ve y no puede evitar sentir pena, pero pronto se obliga a mostrar otro semblante para animarlo, si es que puede.

-Ya está dormida, Dom se encargó de cuidarla. - dice sin despegar la mirada sobre John, pero este no responde, solo sigue fumando - Fue una noche interesante… aún no creo que estemos aquí tan temprano.

John exhala el humo por la nariz y asiente sin decir nada. Sus pensamientos vuelan muy lejos y no tiene ánimos de hablar.

-Sé que no me vas a decir ahora, pero me da curiosidad saber cómo fue que terminaron allí y tú saliste tan enojado. ¿Te dijo algo malo o te golpeó por sacarla de su baile? - Roger podía intuir algo, sobre todo al verlos tan agitados y con su ropa desarreglada.

La sonrisa socarrona de Roger no inmuta a su amigo, quien solo se encoge de hombros y le da una larga calada a su fiel amigo.

-Nos besamos… y casi tenemos sexo sobre la mesa.

Esto le borra la sonrisa a Roger de inmediato.

-Mierda.

-Sí… mierda.

Roger estaba dejando de fumar, pero en esta oportunidad acompañaría a su amigo quien no se atreve a mirarlo aún.

-Me siento como un imbécil.
El rubio frunce su ceño y en su mente trata de entender a John, es lo mínimo que puede hacer para ayudarle.

Love Again // John Deacon [Editando ✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora