Capítulo 23

13 2 0
                                    

No es cuestión de cantidad, sino calidad

Cameron: 

Habían pasado dos semanas, mi relación con Kendall, si es que así se podía llamar, estaba mejorando y mucho. Estábamos más juntos que nunca, nuestra confianza había aumentado y eso me asustaba, cuando llegara el momento de decirle la verdad todo se iría por la borda, todo acabaría en corazones rotos.

Por mi culpa. 

Compartiendo un audífono y escuchando Radiohead con Logan, nos dirigíamos hacia Camor, donde nos disputaríamos el pase a la final.

No entendía cómo es que ellos eran los representantes de Glassland después de haberle ganado a todas la escuelas de su estado, según tenía entendido tenían una racha perdedora contra los demás estados, pero eso ya no importaba. Nos encontrábamos montados en un camión, sin aire acondicionado, a las 10 de las mañana en viernes; la escuela nos había dado permiso de faltar por el juego, aparte no era como que hoy fuéramos a hacer algo demasiado importante ya que era el último día de actividades y empezaba la semana del spring break. Una sin tareas no viene nada mal, aunque conociendo a Thomas va a querer que nos reunamos para acabar el trabajo de matemáticas del cual íbamos más que avanzados. 

—Creo que voy a vomitar —dijo Logan, cerrando los ojos y tapando su boca. 

—Ay no, trágatelo —espeté, separándome lo más posible de él —. Apenas llevamos 3 horas de viaje. 

—Ni me lo recuerdes. Siento que voy a morir en cualquier momento. —Se quitó la sudadera que traía y desabrochó un poco su camisa —. Siento que me voy a ahogar, Cameron. 

—Si sabes que el aire aquí dentro no se va a acabar y que dentro de 4 horas podremos bajar de este incómodo camión, ¿verdad? 

Asintió cerrando con más fuerza sus ojos, no sabía si porque quería vomitar o porque le estaba dando un ataque de pánico. 

—Cameron, ayúdame, siento que me voy a morir de verdad. No puedo respirar. Ayuda-ayúdame —sollozó. 

Su cuerpo comenzó a temblar sin control, no me había dado cuenta que su camisa estaba manchada de sudor, todo él se encontraba en hipersudoración, su respiración se empezó a hacer más brusca y rápida.

No sabía qué hacer. Estaba teniendo un ataque de pánico y no sabía cómo ayudarlo. 

Salí de mi asiento, desesperado, y atravesé todo el autobús, los demás chicos estaban metidos en sus asuntos, unos dormidos, otros jugando en su celular o viendo películas y nadie se daba cuenta que estábamos teniendo una situación en la parte trasera. 

—Entrenador —hablé, apresurado —, necesito su ayuda, urgente. 

Esperé a que asintiera, y regresé corriendo con Logan, estaba peor. Comenzaba a hacerse daño con las manos, rasguñaba su cara y tiraba de sus cabellos, su brusca respiración no había cesado. 

—Logan, ¿te encuentras bien? 

¿En serio? ¿No se le ocurrió algo mejor? 

—No puedo respirar, no puedo —dijo en apenas un susurro. 

Todos mis compañeros de Hockey al notar que el entrenador estaba en nuestro lugar se comenzaron a acercar para ver lo que sucedía, eso era malo. Si se acercan más, Logan se pondría peor y estaba seguro que ninguno de aquí sabía cómo ayudar. 

Más ayuda el que no estorba, es lo que dicen. 

Hasta que una idea llegó a mi mente, era la hora de descanso en la escuela y su mamá era psicóloga. Saqué mi celular con las manos temblorosas, busqué su número en mis contactos y cuando finalmente lo encontré le di en marcar. 

El deseo de estar contigo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora