Capítulo 22

7 2 0
                                    

Más confesiones

Kendall:

Sabía que Cameron y yo teníamos algo, aunque no exactamente qué. Hemos hecho de casi todo, menos esa frase: me gustas. Porque no era necesario decirla, ¿verdad?

Nuestra relación fue espontánea, nació por sí sola. No necesitábamos algo socialmente aceptado para ser felices. Mientras él y yo supiéramos nuestros sentimientos estábamos más que bien.

«El problema aquí, es que tú no sabes los sentimientos de Cameron, nunca te ha dado una pista de algo en concreto»

Maldita maldición.

Mi papá había decidido que el refugio del sótano era un buen lugar para nuestra charla, lo cuál era falso, al menos para mí. Al vivir en Glassland tener uno de esos era más que obligatorio. No sabíamos en qué momento podía venir un tornado y llevarse todo, por esa razón, mis papás al comprar la casa se aseguraron de que tuviera algo para que al momento de que viniera un desastre natural como esos pudiéramos estar seguros.

Pero a mí, no me gustaba estar ahí, no sólo porque me daba miedo lo que estuviese pasando fuera, sino porque ahí se guardaban todos mis recuerdos, mis pinturas, mis cuadros, algunos bocetos, mi caballete, lienzos. Todo. Esos objetos que en algún momento de mi vida me hicieron sentir paz y satisfacción y que ahora solo me abrumaban, me hacían querer llorar por el maldito sentimiento en mi pecho que no desaparecía, al contrario, retumbaba con autoridad.

Cerré los ojos con fuerza sintiendo como un fuerte frío comenzaba a recorrer mi columna. Tenía que ser más fuerte que esto. Yo era más fuerte que todos esos abrumadores pensamientos.

-No me gusta venir aquí papá. - abracé mi cuerpo, comenzaba a temblar -. ¿Por qué no sólo fuimos a tu cuarto? O al mío.

-Sé que es difícil, pero debes dejar eso atrás, el pasado es pasado y aunque forma parte de ti, no puedes dejar que te defina.

Suspiré, sintiendo las lágrimas asomarse, empecé a respirar con fuerza, no podía dejar que me dominara algo que yo no decidí, las cosas así habían pasado y no podía hacer más.

«No es tu culpa, Kendall. No es tu culpa, Kendall. No es tu culpa, Kendall.»

-Sabes te amo, ¿verdad, Ángel?

-Me lo dices cada día. -Asentí, buscando la fuerza en sus ojos -. Y no sé qué haría si no lo hicieras papá, eres el hombre más importante en vida.

-Y sabes que en algún momento pasaré a ser el segundo hombre más importante de tu vida, ¿verdad?

Negué, confundida.

-No sé a lo que te refieres.

-Conocerás al amor de tu vida. Y se convertirá en alguien importante para ti.

-Pero tú puedes ser el anciano más importante de mi vida, papi.

-¿Por qué siempre buscas una respuesta a todo, Kendall? -Rió acercándose a mí para poner sus manos en mi hombros -. ¿Qué si ya lo conociste?

Fruncí mi ceño, mucho más confundida que antes.

¿Cameron? ¿Él era el amor de mi vida?

-El amor no nace tan rápido, papá. Tal vez nos gustamos, pero no nos amamos.

-¿Te acuerdas como nos conocimos tu mamá y yo?

Asentí, cómo no hacerlo, si cada que podían nos contaban su historia de amor.

El deseo de estar contigo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora