Capítulo 14

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Una mañana especial.

Kendall:

—¡Arriba los dos! ¡Ya!

Pegué un brinco asustada, a la vez que recibía un golpe en mi cabeza abrí los ojos adolorida. Vaya forma de empezar el día.

Solté un quejido y sobé la parte lastimada con una mueca adormilada. Que maña de despertar a la gente en la madrugada, como si un domingo fuera un día importante para hacer otra cosa más que descansar.

Otro quejido debajo de mí se hizo presente, alcé la vista y Cameron era la persona que me tenía entre sus piernas, inmediatamente sentí mis mejillas arder y todos los recuerdos de la noche anterior me llegaron como un tornado.

Qué vergüenza.

Anoche no pude soportar nada. Me vio llorar y romperme por una situación que me superaba cada día. No supe en qué momento se me había salido hablar de ella, simplemente salió de mi boca, inconsciente de mi miedo y culpa.

Hace dos años me había prometido no volver a mencionar ni una sola palabra de ese momento. El peor de toda mi vida. El que yo había provocado.

Pero Cameron había abierto esa caja fuerte que había tenido asegurada por todo este tiempo. No sabía cómo lo había hecho, porque he de confesar que a veces podía ser un tanto testaruda y aferrarme a ideas era mi especialidad.

Había algo mal en el algoritmo de la vida. Tal vez Cameron era un error en la matriz, ¿no?

—Un: buenos días, no habría estado mal —refunfuñó el chico debajo de mí.

Thomas rodó los ojos con hastío. Parecía que había vuelto a la normalidad, su color de piel era el habitual, su cabello estaba húmedo por una reciente ducha y su ropa estaba limpia y planchada.

Ese era mi hermano y estaba muy orgullosa de él. Ningún mensaje menospreciando todo su esfuerzo lo iba a tirar tan fácil.

—No hay tiempo para amabilidad. Mi papá llegará en cualquier momento.

Tallé mis ojos y lo miré. Él estaba esperando por algo que mi cerebro no lograba captar. Me tenía que dar tiempo, literal acababa de regresar de una muerte de menos de cinco horas, aún no estaba funcionando bien.

—¿Qué no estaba de viaje? —le pregunté en un bostezo.

Thomas llevó las manos a su cabello y lo jaló en un acto de desesperación.

—Regresó antes, al parecer la negociación fue todo un éxito. En cuanto llegué irá con Evan.

Bostecé, somnolienta.

—Y eso es malo, ¿por?

—Dame paciencia, Dios y dejaré mi ateísmo, lo prometo —suplicó mirando hacia arriba —. Tu papá y el mío, después de verte a ti y a Cameron. ¿Te suena?

Seguía dormida, definitivamente, mi cerebro seguía perdido en el infinito y más allá.

—No estamos haciendo nada malo, ¿qué está mal con dormir en un sillón?

Mi hermano nos miró harto de nuestro estado somnoliento y luego nos señaló completos y ahí fue donde mi cerebro reaccionó; debía entender que nos habíamos quedado dormidos a las cuatro y cacho de la madrugada y estaba segura que no pasaban de las nueve de la mañana.

Me puse de pie rápidamente y Cameron lo hizo seguido de mí. Ambos nos estiramos como si fuéramos unos gatos, dormir uno encima del otro no fue exactamente cómodo pero tampoco incómodo, mis músculos agradecieron que moviera un poco mi cuerpo pero mis hormonas me regañaron por separarme de él.

El deseo de estar contigo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora