Parte III Casamiento

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El mes pasa volando Juliet estaba nerviosa, todo estaba saliendo bien, pero esto significaba un cambio drástico, iba a unir su vida con otra persona, aunque Max hasta el momento se había comportado de maravilla, no le quitaba el nerviosismo, estaba a punto de casarse. Ya estaba lista, maquillada, vestida, sus amigas, dama de honor estaban emocionadas.

— ¡Guao, estás realmente hermosa, amiga! — Megan la abrazaba. — Maximiliano se va a caer para atrás.— Termina diciendo la mujer emocionada.

— Muchas gracias, amiga, también estás hermosa. — Juliet abrazándola para luego bajar.

— Amiga, en pocas cosas coincido con Megan, pero es cierto estás bella, hermosa y estoy que me pongo a llorar de la emoción. — Dice Carla abrazándola.

— Bueno, bueno, ya basta, niñas, no quieren que mi preciosa hija llore a pocos minutos de bajar. — Su padre llega oportunamente, él la entregaría en matrimonio.

Por otro lado, Maximiliano discute con Frank, ya que le cuenta sus verdaderas intenciones para con Juliet.

— Estás enfermo, no pudo creer que me hayas utilizado para llegar hasta Juliet, ella no es la persona que tú piensas, te vas a arrepentir de lo que estás haciendo — Frank estaba realmente molesto. — No cancelo esta boda porque tengo fe de que vas a recapacitar. — Dijo el hombre.

— ¿Sabes una cosa, Frank?, me harías un favor si lo haces, estás enamorado de ella, pues, ve, dile. Sincérate con ella pídele que se vayan lejos, es lo que realmente deseas, estás enamorado de ella, siempre lo supe — Frank estaba impresionado, no se lo podía creer. Estaba diciendo incoherencias.

— Estás mal Max, yo amo a Megan, pero quiero mucho a Juliet y sé que no se merece lo que le vas a hacer. — Frank estaba desesperado. — Porque no la dejas plantada que más humillación que esa. Vamos, Max quiere destruir a la hija de tu enemigo, pues, que mejor forma de hacerlo que humillarla en público. — Era mejor aquello que enfrentarse a un matrimonio destinado a fracasar.

— No es mala la idea, así me evitó de estar divorciándome, pero bueno, ya vámonos o no piensas ir — Max lo mira, estaba furioso, pero no se lo iba a demostrar porque todo mundo le tiene que estar dando consejo, ya estaba mayorcito, sabía lo que hacía, nadie lograría hacer que cambie sus planes los Stuart, pagaran por el daño que le habían hecho.

En la iglesia todos estaban ansiosos por ver como iría la princesa de papi, ojalá todos estén allí en el momento que necesite que la consuelen van a quedar en ridículo... Pensaba Maximiliano. 

Cuando de repente comienza a sonar las notas eclesiásticas, Juliet hace su entrada triunfal, venía con un vestido blanco que le hacía honor a su esbelto cuerpo, le quedaba hermoso, pero Maximiliano perdió en el momento que su mirada llego a su rostro, su sonrisa y su mirada eran radiantes, todo y todos dejaron de existir en ese preciso momento, Juliet llega hasta estar frente a Maximiliano, este le toma de las manos y la ceremonia inicia, Max no se da cuenta de lo que pasa sino hasta que la propia Juliet lo saca del trance en el cual se encontraba.

— Max, Max, ¿Ocurre algo? — Pregunta Juliet agarrando su mano con fuerza.

— ¿Qué? — Max está desorientado.

— Max, ya te hicieron la pregunta cariño, responde por favor, ¿Me vas a dejar plantada? — pregunta Juliet bromeando, sonriéndole, le hace un puchero.

— No, digo sí, acepto, por supuesto, por eso estamos aquí, acepto ser tu esposo — ¿Qué diablo le ocurre?, ese no era el plan, había decidido dejarla plantada y estaba haciendo todo lo contrario, ya no se podía echar para atrás.

— Una vez aceptada las partes, no me queda nada más que declararlos marido y mujer, lo que hoy dios une, que mañana no lo separe el hombre, podéis besar a la novia. — Juliet vuelve a sonreír y Maximiliano sigue en estado hipnótico, y por fin puede hacer lo que quería hacer desde que la vio entrar por esas puertas, besarla.

La Culpable (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora