Los días comienzan a sucederse unos a otros de manera lenta, pero implacables.
Hugo no deja de llamar a Marcia para insistirle en hacer una prueba de adn fetal, y cuando ella no se niega, responde con evasivas o le cuelga directamente el teléfono. Hugo ha terminado por amenazarla con ponerlo todo en manos de abogados como ultimo recurso.
Por nuestra parte, hemos seguido con nuestros planes de búsqueda de un departamento.
Un día, por fin la búsqueda da sus frutos y encontramos un departamento bonito, confortable y no muy lejos del taller.
Es el último piso de un bloque de apartamentos de semilujo, a treinta kilómetros de la casa de mi tío. No es super grande, pero es amplio, completamente de madera clara, con ventanales enormes por los que entra mucha luz. Tiene dos habitaciones, una de ellas suite, una cocina americana, un bonito salón con dos sillones beige sobre una alfombra de múltiples colores, y una mesa junto a la ventana con impresionantes vistas de la ciudad. Del salón parte una pequeña escalera de caracol que conduce al tejado, que es como una enorme terraza.
Me encanta, es encantador, y es todo nuestro.
Una vez hemos firmado los papeles del alquiler, y nos quedamos solos en el departamento, nos miramos y nos sonreímos genuinamente por vez primera desde lo que se me antoja una eternidad.
Las mudanzas son un caos, un horror, pero nosotros tenemos buenos amigos que nos ayudan, además, está semi amueblado, tan solo tuvimos que comprar los muebles de la habitación principal, y los sillones, una mesita, un toldo y alguna que otra cosa para la terraza del tejado.
En un día ya tenemos todo listo. Después de brindar con nuestros amigos por nuestro nuevo comienzo, una vez ya se han ido, nos dejamos caer en el sillón grande, extenuados.
Despertamos horas después, ya noche, uno en los brazos del otro.
Al principio, es un poco incómodo y raro, pero en cuanto conectan nuestras miradas, nos acercamos aún más sin pensar, Hugo me pasa el brazo por encima, y yo me aferro a él. Nos quedamos un buen rato mirándonos a los ojos sin decir nada.
-Te quiero.
Lo decimos los dos.
Con los días la situación mejora notablemente aunque no estamos del todo como siempre. Nuestro nuevo hogar supone un punto de inflexión. Hace más real todo, es una flecha señalando el porvenir y todo lo que aún nos queda por vivir juntos.
HUGO
Marcia se apea de su descapotable, y me ve, esperando en la entrada y sube la escalinata. Viene hacia mí con una sonrisa en los labios.
-Vaya, vaya, mira lo que trajo la tarde, ¿A qué debo esta agradable visita?.
-Lo sabes perfectamente.
-¿Quieres pasar?, ¿Llevas mucho rato esperando?.
-Acabo de llegar, y prefiero hablar aquí.
-Como gustes -responde claramente fastidiada.
-Necesito saber ya si es mi hijo o no, y no voy a esperar mucho más tiempo -hago una pequeña pausa-. Está es la última oportunidad que te doy de que hagamos esto entre nosotros, sin abogados.
-¡Cuanta prisa!. No pienso someterme a la vergüenza de consentir esa prueba. Mi padre jamás lo permitirá.
-No sería la primera vez que haces algo sin su aprobación -doy un paso hacia ella-. Mira, no tienes opción, sólo puedes escoger la manera de hacerlo... o por las buenas o por las malas.
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Después de ti
Roman pour Adolescents-¡Pero tú que te has creído! -le vierto el contenido de mi zumo por la cabeza, ¡Vaya!, creo que me he pasado, pero sé que ha válido la pena sólo por ver la cara que se le ha quedado, pero mi sonrisa se congela cuando me arrincona contra la pared col...