Capítulo 5: Y recortar nuestra distancia con canciones

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EVA

No sé como he acabado encerrada en la habitación de Hugo besándome a lo bestia con él. Fue un instante, un choque en el pasillo que bien podría haber sido un choque de trenes; nos miramos, vi ese brillo especial en sus ojos con el que a veces me mira y supe que ya era imparable, que ya no valían disimulos...

Me besó con fuerza y ya nos enganchamos, le rodeé con mis piernas y a besos y trompicones me llevó a su habitación, y tras cerrar la puerta, me apoyó contra el escritorio y recorrió mi cuerpo con sus manos.

Y ahora aquí estamos, rozándonos y apretándonos el uno contra el otro. Hugo calla mis suaves gemidos con sus besos, me vuelve loca escuchar sus jadeos, saber que yo soy la que se los provoca. Nuestros cuerpos se mueven juntos y sé lo que va a pasar, y es este preciso momento cuando me acuerdo de Freddy, sus ojos amorosos pasan por mi mente y sé que no puedo traicionarlo de esta manera, por lo que interrumpo el beso y trato de sacarme a Hugo de encima, como me cuesta y no me lo pone fácil, termino dándole un fuerte empujón para apartarlo de mí.

Él me mira dolido, y yo empiezo a negar con la cabeza mientras ambos recuperamos nuestra respiración normal.

-No podemos, no puedo hacerle esto a Freddy -Hugo entrecierra los ojos, coje aire y lo expulsa varias veces para calmarse, se marcha pasando por mi lado sin mirarme siquiera cuando nuestros hombros se tocan y siento un escalofrío que puedo apostar que él también siente.

Me acuesto en mi cama y lloro hasta que no me quedan lágrimas, lloro por Freddy que no se merece lo que le he hecho ni lo que he estado a punto de hacer, y lloro por mí, que he sido lo suficiente estúpida como para dejarme enredar por Hugo, un tío que salta de cama en cama y le da igual a quien dañe por el camino.

°°°

Otra vez hemos vuelto a la casilla de salida, pero sin las picadas, ahora ni eso. En los días siguientes apenas nos cruzamos y cuando lo hacemos, Hugo ni me mira a la cara. No es que esté enfadado, es que le soy indiferente, que es peor. Se supone que debería darme igual ya que yo también le ignoro todo cuanto puedo, pero me molesta, no puedo evitarlo.

Sam me contó que la noche de la fiesta Hugo se fue a dormir con Marcia. Está claro que lo único que quería era pasar un ratito agradable conmigo y al no conseguirlo, se desahogo con otra, por eso era amable, no hay más.

Trato de no pensar en él y me concentro en el trabajo para mantenerme atareada y verle lo menos posible, además, la llegada de una nueva e inexperta compañera me ha tenido muy ocupada, ya que me la han encargado a mí.

Se llama Sofía y tiene 17 años, al principio estaba muy nerviosa, pero ya se va habituando. Como tenemos menos de 21 años ninguna de las dos puede servir bebidas alcohólicas, por lo que casi siempre coincidimos en los mismos turnos. Enseguida congeniamos, de hecho, la he invitado a venir con nosotros al lago.

El jueves salgo antes de trabajar. Sam me recoge y vamos a casa, la autocaravana que ha alquilado Samantha ya está lista con nuestras cosas dentro, así que partimos desde aquí a recoger a los demás.

-Al final iba a venir más gente, pero por h o b han cancelado, por ejemplo Mai, Jesús y Nia, al final tampoco vienen Hugo y Marcia, a saber porque -suspiro disimuladamente, agradecida por no tener que ver a Hugo y mucho menos en compañía de Marcia-. También muchas veces acaba sumándose gente, así que nunca se sabe cuantos seremos al final.

-Ok, ¿Y cómo vas con Flavio? -sonríe.

-Genial. Aún no te he agradecido suficiente que me ayudases con él -le quito importancia con un gesto de la mano-. Se ha abierto y sincerado muchísimo conmigo, estamos tratando de reconstruir la relación paso a paso... y creo que esta vez va a salir bien -le sonrío, feliz por ellos-. ¿Y tú qué tal con Freddy?.

Después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora