Capítulo 3: Manteniendo las distancias

533 26 2
                                    

-¡Guauuu! -se levanta y se pone frente a mí. La verdad es que intimida un poco, pero éste aún no me conoce-. Veo que la niñita tiene su carácter.

-¿Niñita?, que típico, no sé porque pero me esperaba algo con más chispa, más original.

-¡Mira niña!... -acaricia un mechón de mi cabello, y yo lo aparto con la mano sin contemplaciones.

-¡No me toques! -él se queda rígido-. Todo lo que tienes de guapo lo tienes de chulo e imbécil -pone cara de sorpresa, abre aún más sus ojos verdes de gato y parpadea un par de veces.

Empieza a sonreír y me aplaude con tres palmadas, asintiendo, ¿Qué se supone que hace?, no sé que hago aún aquí con él. Me mira de arriba a abajo con una sonrisa traviesa en la boca, y yo... yo no puedo apartar la vista de sus ojos y sus labios mientras acerca su cara más a la mía, ¿Qué diablos me pasa?.

-Sé un método para quitarte esa amargura -me mira los labios sin ningún disimulo, luego clava su vista en mis ojos, conociéndome debo estar mirándole como un cervatillo asustado-. Pero no puedo, Bea, entiende que somos prácticamente primos y eso estaría feo -dice apartándose de mí y dejando mis patéticos nervios a flor de piel.

Siento que mi enfado aumenta por momentos y se me junta todo; El alejarme de mi madre y mi ciudad, el separarme de Freddy con todas las inseguridades que tengo y él miedo a perderle, el tener q adaptarme a un entorno que no es el mío... y explotó, vaya que si.

-¡Pero tú que te has creído! -le vierto el contenido de mi zumo por la cabeza, ¡Vaya!, creo que me he pasado, pero sé que ha válido la pena sólo por ver la cara que se le ha quedado, pero mi sonrisa se congela cuando me arrincona contra la pared colocando ambas manos a los lados de mi cabeza, siento miedo, y aún así, le miro a los ojos-. ¿Qué? -vuelve a acercar su cara a mí y me pierdo totalmente en esos ojos verdes de gato que se han oscurecido, mi corazón parece querer salirse de mi pecho, y hace que me pregunte si él también lo puede notar. Es como si una extraña corriente nos envolviera incluso por encima de la tensión y el enfado del momento, nunca me había pasado algo así, sobrebuelan varias emociones a la vez, es casi eléctrico.

Él también tarda en reaccionar, en su cara y mirada se refleja confusión. Debo de hacer un esfuerzo casi inhumano para romper el contacto visual, y liberar nuestras miradas para poder volver a la realidad. Escucho como se aclara la garganta.

-Mantente alejada de mí -dice en voz baja y dura, se marcha hecho una furia dejándome desubicada y sin saber que hacer o pensar.

Me pongo las gafas de sol y me acuesto en la tumbona junto a Sam y Anne mientras intentó calmarme y que no se me note el enfado monumental que llevo y lo afectada que me siento. Aparece Anaju por la puerta y se dirige a Samantha.

-¿Qué le pasa a tu hermano, Sam?. Se ha chocado conmigo y ni se ha disculpado... estaba llamando a la petarda de Marcia. La rubia que le comía las babas ayer -me explica a mí-. Por lo visto tenía mucha prisa por echar un polvo.

-¿Y cuándo no? -puntualiza Anne. Me levanto, me quito el vestido y me quedo en bañador-. ¿Adónde vas?.

-Voy nadar.

-¡Que más da mi hermano!, ¿Qué planes tenemos para hoy?...

La voz de Sam es lo último que escucho antes de zambullirme en la piscina de un salto perfecto y relajarme al instante; Nadar tiene siempre ese efecto en mí desde que tengo uso de razón, ya sea en el mar o la piscina, es lo único que despeja mi mente. Floto boca arriba, ni siquiera escucho a las chicas, necesito evadirme a mi manera, no quiero pensar en Hugo, no quiero pensar en lo que me hace sentir su presencia ni en el porque. Desconexión total.

Después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora