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Jeongin y Minho comían en silencio bajo la atenta mirada de sus madres que no tocaban su comida y solo se dedicaban a ver a sus hijos para que hablaran sobre lo ocurrido la otra noche. Los sonidos que provocaban los chicos al comer sus fideos eran el único ruido que se escuchaba en la sala.

—¿Van a explicarnos que pasó?— preguntó con una ceja levantada la madre de Minho, Hyoyeon. Ambos chicos siguieron comiendo, abrían aún más sus ojos mirándose de reojo mientras subccionaban sus fideos y se encogían en sus asientos.

—Jeongin.— dijo firme su madre, Taeyeon. El menor apenas le miró sin levantar su cabeza y sin dejar de comer. La mujer seguía esperando pacientemente a que le contestara.

—Tía, tus fideos están muy ricos.— desvió el tema con una sonrisa. Las mujeres miraban fijo a los chicos sin dejarse manipular ni cambiar de tema. Yang suspiró y le contestó un poco después.—No ocurrió nada. Solo fuimos a la casa de un amigo de Minho y nos quedamos toda la noche allí.

—¿Qué pasó con tu ropa?— le preguntó con un tono neutral.— Tu camisa y tus jeans, imagino que los has traído de nuevo ¿Cierto?

—Si.— su respuesta sonó un poco irritada. Es más, esa mañana Yang se sentía frustrado sin razón aparente. Luego de la juntada con los chicos pasó de ser un manojo de risas a un sensible e irritado chico adolescente que se molestaba con facilidad.— Luego lo lavaré y se lo daré.

Las madres de los chicos solo le echaron una última mirada y se dispusieron a comer, soltando un suspiro. Era la primera vez que Jeongin salía sin ella por lo que Taeyeon estaba preocupada y nerviosa, su hijo estuvo toda la noche fuera en una casa donde no conocía a nadie y no sabía que podía pasarle. Por otro lado, Hyoyeon no quería quedar mal frente a su hermana mayor. Trató de buscar la forma de que no se preocupara y supiera que Yang estaba a salvo, pero le fue algo difícil porque hasta ella estaba preocupada por Minho y sus amigos.

Un rato luego, ambos chicos fueron al cuarto a dormir un poco. Minho se tiró contra su cama suspirando y agarrando su cabeza por el fuerte dolor que sentía.

—Mierda...— se quejó en voz baja. Frunció el ceño y colocó sus brazos en su cara sintiendo el ardor de su espalda al caer contra las sábanas que le rasparon.

—¿Siempre haces estas cosas con ellos?— preguntó curioso mientras estaba recostado en el colchón del suelo y miraba su teléfono, con su cuerpo al sentido contrario que Lee.

—Si.— respondió cortante.

Minho seguía con sus brazos en la cara y cerró sus ojos. Necesitaba algo de silencio luego de mucha música, alcohol y charlas. Lastimosamente con Jeongin en el cuarto no lo conseguía.

—Es genial.— mencionó mirando su teléfono.— Quisiera ser como tu algún día. Quiero decir, me gustaría tener amigos con quien hacer fiestas así y salir toda la noche. Solo que...

Minho no soportaba más escucharlo hablar, frunció el ceño y se quejó.

—Jeongin cállate.— dijo tapándose las orejas con la almohada. Yang hizo un puchero y se dispuso a jugar Candy Crush.

Lee trató de descansar un poco. Fue en vano su intento gracias a su primo. Se levantó furioso y le tiró con una almohada en la cabeza.

—¡Hyung!— se quejó mientras sobaba su cabeza.

—¡Quítale el sonido!— gritó molesto.

Jeongin le miró molesto mientras bajaba el volumen. Así mismo, Lee se acostó de costado a dormir un poco y Yang siguió jugando unos segundos hasta que se aburrió. A decir verdad, Candy Crush era un juego que odiaba y le aburría.

Fear~ hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora