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Un lunes de verano a las 8 de la mañana, Jeongin bostezaba veinte veces en una hora. El calor empezaba a aparecer poco a poco y el sueño lo invadía por completo.

La amable mujer de recepción los había guiado con el inmobiliario a su oficina para poder empezar a hablar sobre la casa en venta y realizar los trámites de la mudanza.

Anteriormente, Taeyeon y Jeongin vivían en departamentos alquilados por un corto tiempo. Esto era debido a que era algo más práctico y económico donde vivir debido a los constantes viajes de su madre donde se lo llevaba a su hijo. Ella era azafata y administradora de viajes, por lo que estaba viajando siempre de un lugar a otro y administraba viajes según el lugar en donde estaba.

Yang no tenía papá, él había fallecido de cáncer de próstata hace unos cuantos años y Taeyeon tuvo que criarlo sola. No le fue difícil, su hijo siempre estuvo sano y le pagaban bien en su trabajo. Además, Jeongin era un buen niño y él era muy bueno en el colegio, tampoco le daba problemas y no era caprichoso.

Sus viajes se redujeron un tanto y solo se quedaba en su oficina administrando algunas cosas. Ahora tenía más tiempo para estar en su ciudad natal y convivir con su familia.

—Muy bien, es por aquí.—sonrió la joven mujer mientras le abría la puerta de la oficina del inmobiliario.

—Muy amable, muchas gracias.— agradeció Kim. La joven le hizo una reverencia y salió caminando hacia su escritorio, haciendo sonar sus zapatos de tacón en el fino piso de cerámica.

Madre e hijo se adentraron al lugar. Vieron al hombre con lentes puestos hablando por teléfono. Les hizo una seña para que le den un minuto y ellos asintieron mientras tomaban asiento frente a él.
Luego de la llamada, los atendió.

—Lo siento, mi madre no para de llamarme.— rió divertido.—¿Cómo les va? Díganme en que les ayudo.

—Soy Kim Taeyeon, hace unos días le llamé para hablar sobre la casa en venta en Cheongdam-Dong.— le hizo acuerdo. El hombre asintió y empezó a sacar los papeles de un cajón.

—Si, me acuerdo de usted.— dijo sin dejar de ver entre los papeles.— La casa pequeña en aquel barrio. Podemos planear una visita por allí y hacer el negocio.

—Me parece fantástico.— sonrió la mujer.

Jeongin apenas se removió en su asiento, escuchar la palabra mudanza lo hizo sentirse ansioso por alguna razón. Ni él lo sabía, vivían mudándose de ciudad a otra, cambiando su rutina, forma de vida y tantas cosas.

Tal vez ahora le tenía un rechazo a aquello.

Toda su vida se cambió de casa en casa. Llegó a vivir en diferentes partes del mundo y de Corea. Su sueño era poder tener al fin una casa que no estuviera repleta de cajas cubiertas de cinta adhesiva y tener un cuarto propio, pintado y decorado a su manera. Una casa donde él sabría de memoria las calles para cuando quisiera salir o llegar del colegio, que estuviera cerca de la casa de su abuelita para cuando su madre no estuviera y él podía ir y comer las deliciosas galletas que ella le preparaba.

Quería una casa y, lo más importante, un hogar donde vivir una vida.

—Miren, lo que podemos hacer es planear una visita.—se quitó sus lentes.— Podemos organizar un horario y les muestro con detalle la casa, luego podría llamar a mi asistente para que se contacte con los servicios de decoración y hacerle un descuento en eso.— ofreció mientras se levantaba a buscar una tarjeta.

—¿Un descuento en decoración?— dudó Kim mirando sorprendida al hombre.

—Un descuento de verano.—sonrió divertido.— Solemos hacerlo entre estos meses. Usted me dijo que acababa de mudarse a la ciudad, ¿No?— preguntó mientras volvía a sentarse en su silla.

Fear~ hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora