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Miró al pelinegro asustado en aquel pasillo oscuro y notó el miedo en sus ojos. Sintió una vibra que lo hacía viajar a ese pasado tormentoso que vivió. De la misma manera en que él se hacía cada vez más pequeño en su lugar, retrocedía a su habitación y temía por una mala reacción.

Ese mismo sentimiento que tenía desde sus cinco años y lo tenía traumado hasta ahora.

•••♡•••

Hyunjin estaba sentado en su cama con las luces apagadas y la ventana cerrada siendo cubierta por la cortina. Las paredes negras hacían ver ese lugar más oscuro y deprimente, tan similar a una cárcel. Encendió la lámpara al lado suyo y metió un par de medias envueltas a su boca.

Agarró un poco de algodón y lo humedeció totalmente en el alcohol. Tembló un poco y su rostro ya se fruncía por los nervios. Mordió mucho más el par de medias al rozar el algodón en las heridas de su brazo, sus piernas flaquearon y su espalda se encorvaba. El ardor lo invadía y sentía todo su cuerpo tensarse y quemarse.

Repitió sus acciones en ambos brazos. Al final de cinco minutos de limpiarse las heridas, dejó una lágrima caer y una sonrisa de satisfacción salir de su rostro.

No era por sentir ese ardor insoportable en su piel, la satisfacción de quitar todo su enojo golpeando algo le fascinaba. Deseaba haber lastimado a alguien, especialmente a los que acosaban a su madre, pero esa noche se dedicó a descargarse intentando romper todo a su alrededor.

Si no hubiera sido por un policía, él hubiera demolido la ciudad.

Hyunjin tiró los algodones con sangre al suelo y se recostó contra la pared. Escuchó como la puerta de entrada era abierta y los tacones de Miyoung resonaban en el suelo de cerámica chillonamente, ida y vuelta.

No me obligues...— suplicaba la mujer a punto de llorar.— Por favor, lo que sea pero no ir allá.

Hyunjin se levantó de la cama con sus brazos goteando alcohol y sangre y escuchó apenas la conversación detrás de la puerta semiabierta.

Te haré todo lo que quieras, seré tuya si quieres. Por favor, solo no me obligues a volver a ese maldito lugar.— ahogó un sollozo.

Hyunjin sintió su sangre hervir y apretó sus puños, clavando así las uñas largas en su palma.

¿H-hoy? Pe-Pero...

Esa voz de miedo era lo que más detestaba escuchar. Hwang sabía que su madre estaba metiéndose de nuevo en eso.

Juraba sentir su vena a punto de explotar de furia. Todos los días que la veía y no trabajaba discutían a gritos y por poco acudían a la violencia, eran días donde esos gritos eran más fuertes que cualquier cosa. Hyunjin le decía que era una estúpida por seguir metiéndose en esos lugares y buscarse hombres que la metían en deudas y problemas. Miyoung le decía que solo lo hacía por trabajo pero, como odiaba su hijo, se desviaba del tema y solía perderse automáticamente cuando hablaban.

Hyunjin salió del cuarto y fue a la cocina a buscar algo de comer. Hace casi dos días no tragaba nada, ni siquiera una sola gota de agua. Tal vez por eso se sentía tan débil, o al menos trató de pensar en aquello.

Vio a su madre sentada en el sillón con la vista perdida y sus ojos rojos mientras con su diestra sostenía un cigarrillo. Hyunjin se dio vuelta y se quedó viéndola con enfado.

—No hay agua. Tampoco papel higiénico.— murmuró sin dejar de ver hacia un punto fijo. El menor la miraba con su vaso lleno de agua que acababa de servir de la canilla.— Tampoco tengo dinero. Tengo que trabajar... tengo que trabajar... tengo que...

Fear~ hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora