Meg se apartó de Lucien con rapidez cuando sintió un ruido: era una puerta. Al parecer su hijo se había levantado.
―Es Jude ―susurró sin mirarlo. Estaba ruborizada y apenas podía hablar.
Meg no se equivocó, al cabo de un segundo su hijo apareció en el salón bostezando. Los fuegos artificiales lo habían despertado según explicó, pero luego se quedó sorprendido al ver al actor en su casa.
―¡Lucien! ―exclamó mientras corría hacia él.
―¡Feliz Año Nuevo, camarada! ―El hombre le dio un abrazo.
―¡Feliz Año Nuevo! ―respondió el niño.
Meg se acercó a él para darle un beso a su hijo y desearle también un Feliz Año.
―Cariño, es hora de volver a la cama.
―Pero… ―El niño quería protestar.
―Mamá tiene razón ―apoyó Lucien―. Yo ya me marcho.
―Cierra la puerta cuando salgas ―respondió Meg, sin mirarlo―, y ve con cuidado.
―Hasta luego, Lucien ―se despidió el niño.
Meg lo acompañó hasta su habitación, estaba temblando tras lo sucedido y no sabía qué pensar. Lucien dijo que se marchaba, y tal vez fuera mejor así. ¿Habría sido todo un error? Todavía sentía en sus labios la sensación de sus besos y apenas podía concentrarse.
―¿Me lees un poco, mamá?
―Sí, por supuesto. ―Meg lo arropó y tomó el libro que estaban leyendo juntos: Harry Potter y la piedra filosofal. Jude había visto la primera película y había quedado encantado y Bianca fue quien le regaló el libro en esta Navidad.
Estuvo algunos minutos leyendo. Iban por el principio, justo por el capítulo del Sombrero Seleccionador. Se detuvo cuando advirtió que el niño estaba profundamente dormido, así que le dio un beso en la frente y apagó la luz.
Salió al corredor con rumbo a la cocina para tomar un té antes de dormir, cuando se encontró a Lucien allí. Meg dio un respingo, pues no se lo esperaba: creía que ya se había ido.
―¡Cielos! ¡Me asustaste! ―exclamó.
―Lo siento, estaba preparando chocolate caliente para los dos ―le dijo con una sonrisa. Sus ojos color esmeraldas le brillaban con mayor intensidad y llevaba en su mano la taza que le habían regalado por su cumpleaños.
―Dijiste que te irías… ―Meg guardó la distancia, pero el corazón le latía aprisa.
―¿Cómo crees que podría marcharme después de… ? ―se interrumpió, pero Meg lo comprendió―. Le dije eso a Jude para que se fuera a dormir tranquilo ―se explicó.
Meg asintió y tomó la taza de chocolate que él le ofrecía. Luego le dio la espalda y se dirigió al salón para tener más comodidad. Tomó asiento en el sofá y Lucien se colocó a su lado.
―¿Se quedó dormido?
―Sí. Leímos un poco de Harry Potter y el sueño lo venció ―respondió ella, quien tenía la mirada fija en su taza de chocolate, intentando hacer acopio de valor.
Lucien se levantó y apagó las luces principales, dejando solamente una lámpara pequeña encendida y las guirnaldas del árbol de Navidad. La atmósfera era muy íntima, y la joven se estremeció con lo que hacía, pero no se lo impidió.
―No quiero que las luces alerten a Jude de que sigo aquí ―le dijo y volvió a su lado en el sofá.
―Por lo general duerme toda la noche ―respondió ella, y al decirlo se ruborizó un poco al pensar en lo que podría suceder entre ellos si no se marchaba.
ESTÁS LEYENDO
Vientre solidario ✔️
RomanceLucien Walters, oscarizado actor de Hollywood, está a punto de cumplir cuarenta años y desea ser padre. Tras romper con su última novia, se decide a rentar un vientre para tener un hijo. Después de pensarlo mucho, le propone a una amiga, Margarita...
