6 de enero de 2019
Era el cumpleaños de Ben Robson, un amigo del colegio de los niños. Bianca iría a recoger a Jude para llevarlo junto con Luke al cumpleaños. Meg se alegró mucho de verla esa mañana, pues la doctora pasó varios días en casa de la familia de George y no habían hablado de los últimos acontecimientos.
―¡Meg! ―Su amiga la abrazó con cariño.
―¡Hasta que al fin regresas! Luke, cariño, ¿qué tal el viaje?
―¡Todo bien! Salvo por mi prima que llora mucho y no deja dormir en las noches ―se quejó―. ¿Dónde está Jude?
―En su cuarto, puedes pasar. ―El niño se fue corriendo―. Espero que no le cuente a Jude sobre su prima bebé, porque tal vez a nosotros nos suceda igual y no podamos dormir. ―Se rio.
―¿Pero el bebé no va para casa de Lucien? ―Bianca no entendía nada. ¿Por qué Jude se quejaría de un bebé llorón si aquel niño era hijo de Lucien? Salvo que… ―. Espera, no me digas que…
―¡Sí! ―le confirmó su amiga―. Lucien y yo estamos juntos desde el día de Noche Vieja. Se apareció aquí y… ―Se ruborizó―. En fin, estamos felices.
Bianca le dio un fuerte abrazo. Lucien no era su persona favorita, pero si la hacía feliz ya ganaba unos cuantos puntos con ella.
―¡Hasta que al fin sucedió! Qué calladito te lo tenías. Por favor, cuéntamelo todo…
―Vayamos a mi habitación para hablar con mayor tranquilidad. Todavía tenemos algunos minutos.
Meg le narró a su amiga cómo sucedieron las cosas ―al menos lo que podía contarse, sin entrar en detalles demasiado íntimos―. Le advirtió que Jude aún no sabía nada pero que iba a decírselo muy pronto y le habló de la propuesta de Lucien de irse a vivir juntos, algo que todavía no había decidido.
―¡Vaya! ¡Sí que me he perdido de cosas!
―Unas cuantas. ―Rio Meg.
―Yo opino que debes decirle a Jude. Hay cosas que no se pueden ocultar y los niños son muy inteligentes.
―Lo sé, se lo diré hoy ―cedió al fin―. Solo me preocupa que no logre entender todo como realmente es. Recuerda que cuando supo del embarazo creyó que iba a regalar al bebé. Ahora sucede que Lucien y yo somos novios, y estoy un embarazada de un bebé que es suyo, pero no mío… Es un tanto difícil de comprender.
―Sí, tienes razón.
―A veces me recrimino a mí misma por no haberle hablado a Lucien de mis sentimientos antes de la inseminación. Si así lo hubiese hecho, tal vez el bebé fuera mío y las cosas serían más sencillas.
―Meg, es cierto que el bebé no es genéticamente tu hijo, pero serás su madre ―reflexionó la doctora―. Estoy convencida de que lo amarás como si fuese tuyo. Lo mismo sucede con los niños adoptados. Cuando uno ama simplemente no hay diferencia alguna. Y en este caso, es hijo del hombre que quieres.
―No me has comprendido. ―Los ojos de Meg se llenaron de lágrimas―. Yo quiero al bebé y cuando nazca será mi hijo. Si se desarrolló de un óvulo de otra mujer no me importa en lo más mínimo. La condición de madre es más que la genética y yo tendré el privilegio de traerlo al mundo.
―Ahora sí que no comprendo nada…
Las lágrimas de Meg comenzaron a bajar por sus mejillas, se sentía como una tonta. Tal vez fueran las hormonas.
―Lo que me preocupa de todo eso, es que en un futuro mi relación con Lucien no funcione. Imagina que llevamos uno o dos años juntos. El bebé ya nació y yo lo amo como si fuese mi hijo, pero legalmente será suyo. Yo firmé un contrato de maternidad subrogada donde acepto renunciar a la custodia del bebé. En ese caso, si Lucien rompiera conmigo, se quedaría con el niño y yo no podría soportar perder a mi hijo, porque lo sentiría como propio.
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Vientre solidario ✔️
RomanceLucien Walters, oscarizado actor de Hollywood, está a punto de cumplir cuarenta años y desea ser padre. Tras romper con su última novia, se decide a rentar un vientre para tener un hijo. Después de pensarlo mucho, le propone a una amiga, Margarita...
