veintidós

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Capítulo 22

Chandra respiró hondo en el espejo

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Chandra respiró hondo en el espejo. —Vamos Chan, puedes hacer esto.

Ella acababa de terminar de prepararse para la fiesta, y ahora estaba de pie en su baño, mirándose en el espejo. De alguna manera había encontrado uno de sus vestidos que usaba unos años atrás y que mágicamente todavía le quedaba como un guante.

Se puso un par de sandalias doradas y salió de su habitación. Se tomó un momento para recuperarse en lo alto de las escaleras. Decir que estaba nerviosa sería quedarse corto.

Cuando llegó al fin de las escaleras, se encontró con una visión absoluta. Jason vestía una camisa azul oscuro, una chaqueta de cuero y un par de jeans ajustados, pero eso no era lo que Chandra estaba mirando.

Cuando Jason se volvió para mirarla, casi se le cortó el aire de los pulmones. Ni siquiera podía describir lo que sintió en ese momento. Todo lo que sabía era que se estaba enamorando más de él cada vez que veía su rostro.

Jason estaba casi seguro de que su mandíbula se había caído al suelo. Se veía absolutamente hermosa. ¿Fue el vestido? ¿El pelo? ¿La sonrisa? No tenía ni idea. Todo lo que sabía era que la amaba más con cada segundo.

El vestido se detenía a la mitad del muslo y abrazaba todas sus curvas a la perfección. Las correas descansaban muy bien sobre sus hombros, y la tela brillante de color champán resaltaba el brillo en sus ojos que él siempre amó.

—Hola –dijo Jason. —Te ves muy bonita.

Él le dio una cálida sonrisa. La misma sonrisa que hacía que su corazón se derritiera cada maldita vez.

—Hola –dijo Chandra. Su lengua se sentía como si estuviera atrapada en su garganta. —Te ves muy bonita también... –mierda, no quise decir eso, pensó. —Bueno, no bonita... quiero decir... no es que no te veas bien, lo cual sí, quise decir que te ves guapo, y bueno, sí, te ves realmente guapo –ella divagó. —Es lo que quise decir.

—Entonces... ¿vamos? –preguntó.

Chandra asintió con la cabeza de acuerdo. —¡Sí! Sí, vamos.

Y con eso, la pareja salió para llegar al taxi que los esperaba fuera de la casa de Chandra.

Jason abrió la puerta y Chandra entró, apenas incapaz de contener la sonrisa en su rostro. Esa sonrisa era algo que siempre parecía aparecer cuando estaba con Jason. Hablando de Jason, acababa de sentarse en el asiento trasero del lado del conductor y no podía apartar los ojos de la mujer que estaba a su lado.

Pasaron el viaje en silencio. Aunque no como en Melbourne. No, ese silencio era lúgubre y dolorosamente incómodo. Este se sintió tranquilo y pacífico de alguna manera. Se quedaron callados no porque sintieran que no podían hablar, sino más bien por el hecho de que no sentían la necesidad de hacerlo.

Recuerdo desvanecido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora