Capítulo 8

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Zayn abrió la puerta de la enfermería y observó que ésta se encontraba solitaria, a excepción de una cama, donde se alzaba un biombo totalmente blanco. Sonrió para sí, seguramente allí se encontraba Louis. No supo cómo llegó hasta allí, sus pies se habían dirigido solos, como si su cerebro no fuera quien mandara las ordenes al cuerpo. Atravesó la estancia y llegó hasta la cama del castaño, ahí estaba, recostado, durmiendo placenteramente. Zayn frunció el ceño y sin percatarse, su dura y cruel mirada se relajó. El castaño aún estando enfermo y más pálido de lo normal, no dejaba de desprender su etérea belleza.

−Despierta, bello durmiente – susurró muy cerca del oído. Habría sido una romántica forma de abrir los ojos, pero aún somnoliento, Louis pudo reconocer el timbre burdo. 

Le vio, tan cerca, con su sonrisa perfecta y su habitual porte de autosuficiencia, percibió su olor varonil a madera fresca y el toque de tabaco, quiso llorar de felicidad, pero se las arregló para no hacerlo. 

− Hola – saludó apenas. Zayn fue vencido por sus deseos y unió sus labios en un beso desesperado. Sus lenguas comenzaron a explorarse, a tocarse y fundirse. Animado, el moreno acarició las piernas desnudas, y subió la tela de la bata clínica con lentitud − Espera − Le detuvo Louis − No, aquí no. Está mal. 

−¿Y eso no lo vuelve más excitante?... que nos observen mientras te hago mío − La cara del castaño ardió − Quiero hacértelo aquí, en este mismo momento – concluyó subiendo la bata hasta su breve cintura.

− Yo... yo también quiero − confesó con la mirada gacha, avergonzadísimo − Pero aquí no, por favor − Zayn graznó, evaluó la situación por segundos y asintió, después de todo, el pensar que alguien más observara el cuerpo desnudo de Louis le molestaba sobremanera.

− ¿Cuándo saldrás? 

− Dentro de poco, una hora, tal vez dos.

− Ve a las canchas, allí te esperaré – y sin nada más que decir, extrajo del bolsillo la cadena que Louis creyó perdida para siempre – Esto te pertenece – La abrió y colocó sobre el delgado cuello, Louis se había paralizado. Cuando al fin pudo reaccionar, lo abrazó y volvió a besarlo apasionadamente. 

− ¡Muchísimas gracias! – Exclamó con la voz entrecortada.

−Me debes otro favor – agregó con un ademán de prepotencia – Y ya sabes que nada es gratuito.

Zayn se marchó, dejando a Louis medio desnudo, con las mejillas sonrojadas y la respiración acelerada, su estado era similar al de la última vez que le había visto, la única diferencia ahora, era que su corazón vibraba de felicidad, y no de tristeza. Él estaba conciente que tal vez Zayn jamás lo amaría como él lo hacía, que ni siquiera, llegaría a quererlo y le dolía enormemente, pero nada podía hacer, su corazón, ya no le pertenecía. 

−Perdóname Harry. Yo lo amo − susurró, besando la pequeña cruz de su cadenilla. 

*** 

− ¡Luces mucho mejor! – Comentó el médico observándole significativamente. Louis asintió sorbiendo su cartoncillo de leche.

− Gracias a usted – El atractivo hombre meneó la cabeza e hizo un gesto, restando importancia al cumplido.

− Deja de hablarme tan formal, me haces sentir viejo, ¡apenas voy para los treinta!, soy Varek Simmons, sólo Varek para ti. – Y le guiñó un ojo con encanto.

− Está bien, doctor Varek – El aludido negó.

−No, sólo Varek, nada de etiquetas, no contigo – Aquella petición, casi orden, logró sonrojarle un poco. Varek le sonrió a la hermosa faceta del pequeño avergonzado, se inclinó hacia él y levantó su rostro por la barbilla. 

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