Capítulo 56

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Los restantes días pasaron aún más lentos. Colmados cada hora, cada minuto, de terror y de una ansiedad ya exasperante.

El plazo que Zayn le dio había concluido, pero él seguía ausente, tan ausente como el mismo Liam. Silenciosamente, Louis y Sophia habían asumido una triste y muy probable realidad: quien tuviera el primer contacto con su amante, sería éste el presunto sobreviviente.

Ella no se movía de la Mansión Payne, y Louis tampoco salía de la escuela. Sólo mantenían contacto por teléfono, una rutina que se había convertido en tortura. Daba pavor contestar el celular, y por el corto intervalo de tiempo que se tardaban en responder, un agujero negro se asentaba en las entrañas. Un siniestro hoyo que sólo era capaz de desaparecer en forma gradual cuando se decían lo ignorantes que seguían de nuevas noticias.

Sin embargo, en cualquier momento, sabían que en alguno de los dos, ése agujero no se iría. Se hizo más grande y caótico cuando en una llamada a deshoras, Sophia le confesó entre hipidos que su Liam estaba en casa, tan sano como había partido.

Un oscuro sentimiento lo arrasó. Innombrable. Se sintió ajeno a su propia persona, pues nunca llegó a imaginar que pudiera sentir tantas emociones a la vez.

Lo caliente de su interior contrastaba con su fría y muda reacción. Y todo, todo privado de lágrimas. Como transportado a un mundo monocolor, Louis anduvo con la mirada perdida y el bombeo furioso de su corazón.

Dejó caer el celular por ahí en el camino de su triste recorrido, y se cobijó en el cuarto de la bebita. La lámpara de estrellas seguía girando suavemente, alumbrando la habitación. Louis observó a la pequeña en su cuna, dormida y exenta de penas.

Se aproximó con los ojos vidriosos, esperaba que su respirar en paz, acompasado, le contagiara un poco de sosiego. Cerró los ojos para contener las lágrimas, y acarició los cabellitos rubios de la bebé.

Había pensado que estaba profundamente dormida, pero la manita se apretó contra su pulgar, y cuando la enfocó, pudo jurar que hasta una sonrisita juguetona estaba instalada en el rostro inocente. ¿Cómo una sonrisa tan tierna podía causarle tal tristeza?

Notó su mirada fija en el fondo de la habitación mientras balbuceaba alegre. No comprendía la crueldad que siempre, tan insistente, parecía rodearle, en ocasiones, acercándose tanto, como para ser devorado.

—Necesitas un nombre, mi amor. — Susurró, con la voz quebrada. La bebé le miró por un segundo, igual de sonriente, y volvió la vista hacia ése punto inespecífico que la tenía emocionada. Balbuceó más fuerte, como si estuviera de acuerdo con Louis y se soltó del pulgar.

Inexplicablemente, la pequeñita elevó sus bracitos apuntando a la misma dirección que miraba persistente. A espaldas de Louis, en el fondo de la habitación. En la completa oscuridad donde la luz azulada de la lámpara no alcanzaba a llegar.

—Lo sé — dijo, en rumor, una voz fantasmal que provenía de ningún lugar. Louis se quedó tieso, sintiendo los vellos de todo su cuerpo de pronto erizados. —Zayn Malik está muerto. Liam Payne le disparó certeramente al corazón, en dos ocasiones. Y frente a muchos ojos, arrojó su cuerpo al río.

Louis reconoció la voz al momento, y desorientado, giró para verle.

— ¡¿Zayn?!

—No. — La sombra se aproximó en largas zancadas —Está muerto, ¿no te lo acabo de decir? — Louis sonrió. El hombre también. —No puedes llamarme así, Louis. Total, nunca fue verdaderamente mi nombre.

El castaño lo abrazó, aspiró su aroma con anhelo y supo que la calidez había regresado a su cuerpo.

—Ya entiendo. Sí. Entonces, tú también necesitas un nombre. — Susurró. Todavía con la voz aguardentosa.

—Siempre he tenido uno. — Acarició el pómulo alto, la fina mandíbula y la deliciosa curva del cuello — El que mi madre me puso. — sus ojos miel brillaron, y su boca, terminó cerca del oído del menor —Javadd — confesó, firme. Sonó exquisito, perfecto para alguien de la personalidad de él: fuerte, decidido, valiente.

—Javadd — repitió, encantado, Louis. —Es un bello nombre — sonrió, a punto del llanto, generando un prudente espacio entre ambos. —Un gusto, el mío es Louis. — Y le tendió la mano, temblorosa como todo él. Javadd la cogió, la estrechó con una dulzura impropia de su persona y para terminar de sorprenderle, besó su dorso, sin perder el contacto visual.

— ¿Podemos pasarnos la etapa de la conquista? — Se rió el moreno, halando su mano hasta quedar a un par de centímetros de distancia.

Louis sonrió, casi histérico, golpeó sin fuerza el pecho del moreno.

—Idiota. ¡Mil veces idiota! ¡¿Sabes cómo me has tenido?! Ésta semana fue la peor de toda mi vida... ¡Pensé...!

—Pensaste que iba a matar a Liam.

Louis asintió, abatido.

—Supe que él viajó a Praga. Presentí que iban a encontrarse...Creí que querían cumplir esa vieja venganza. Y hace un momento, cuando Sophia me llamó para decirme que Liam estaba en casa, sano y salvo... — Los hermosos ojos azules se empañaron de una sombra que era sólo eso: una sombra de la agonía que había estado viviendo. —Te di por muerto.

—Estabas en lo correcto. Zayn falleció. Así lo deseé yo, por ello te pedí tiempo, para planear mi muerte con Liam. Sus hombres no lo saben, tampoco lo sabían los míos. Para el mundo del hampa, fui asesinado por Liam Payne, mi rival de toda la vida.

—Te pegó dos tiros y te arrojó al río... —refunfuñó Louis. El moreno soltó una límpida carcajada.

—Eran balas de salva y sé nadar perfectamente. — Revolvió su cabello para animarlo — no estás hablando con un fantasma, niñato idiota.

— ¿Niñato idiota? — Louis alzó una ceja, fingiendo molestia. —Querido Javadd, te quedaste en el pasado, hoy en día podré ser todo lo que quieras, menos un niño — dijo, con una sugerencia descarada pero encantadora.

La sonrisa sincera de Louis se endureció en sus labios al ver la expresión de absoluta seriedad del moreno, con el entrecejo fruncido y la boca recta.

— ¿Qué sucede? — Inquirió cauteloso.

—Dilo otra vez — musitó.

— ¿Decir qué? —Louis parecía confuso.

—Mi nombre. Di mi nombre de nuevo.

Comprendió al instante. Perder un nombre era perder identidad, no ser, no pertenecer. Louis circundó el cuello con sus brazos y unió su frente a la de él. Dejaron caer la mirada, no era necesario observarse cuando sentían la respiración del otro tan cerca, cuando sus pieles se rozaban y los corazones latían como uno.

—Javadd. Javadd. Javadd.

Respiró profundamente, aceptando su viejo nombre. Aquél que ahogó en el riachuelo cuando dejó caer el relicario de su madre. Ese mismo día emergió el monstruo que ya se había encargado de hundir en un río de mucho mayor profundidad, para que nunca retornara.

Para el mundo, había muerto Zayn, como una vez murió Javadd.

El bueno o el malo, no importaba mientras existiera Louis, pues era él su único mediador. Él y la bastarda sin nombre que despertaba otro faceta suya, a cual más de extraña y maravillosa.

Sin embargo, cierto era que ambos nombres, habían hecho al hombre. Y aunque los dos no pudieran salir a flote al mismo tiempo, el de las profundidades también desearía en algún momento, salir a la superficie. Porque los fantasmas no desaparecen, sólo se entierran, o en su caso, se ahogan. Pero siempre estarán acechando, esperando una rendija de debilidad para volver y apoderarse.

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Todo es tan nostálgico. Solo falta el epílogo y habrá concluido la historia.

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