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-Jungwonie. . .

Había silencio dentro de la habitación. Los padres de Jungwon habían traído galletas y jugos de manzana en cajitas para ambos infantes, pero el de cabellos castaños no quería hablar con Jongseong aún.

Jongseong sintió como sus ojitos se llenaban de lágrimas y sollozó.

Él realmente quería hablar con el menor.

La puerta se abrió levemente y un curioso Jungwon observó al de cabellos rubios.

-Jay, ¿Por qué lloras?

-Porque tú ya no me vas a querer nunca más.

-Yo si te quiero, sólo no quiero que vuelvas a hacer lo que hiciste.

-¿Entonces aún somos amigos?

-Sip, de los que comparten galletas.

Ambos niños llevaron los jugos y galletas hasta la mesita de la habitación de Jungwon.

Comieron y Jongseong intentó hacer reír a Jungwon con algunos chistes que había oído en la escuela. Sabía que el de cabellos castaños nunca había ido a la escuela.

-Jungwonie, ¿Por qué te habías enojado?

-No quiero abrazos, nop nop.

-¿Por qué?

-No me gustan.

-Oh, está bien.

Jongseong le sugirió que fueran a ver caricaturas a la sala de estar mientras los padres de Jungwon volvían de las compras.

Pero cuando iban caminando, Jongseong se detuvo y dio un saltito emocionado.

-¡Tengo una idea!

-¿Qué cosa?

-Yo te ayudaré a que te gusten los abrazos, así iremos a la escuela juntos y yo te cuidaré.

-¿Cómo harás eso?

El pequeño Jungwon lo miraba ladeando la cabeza, algo confundido por todas las cosas que decía Jongseong. El chico hablaba mucho todo el tiempo.

-No lo sé aún, pero quiero ayudar. Iremos despacito, de a poquito. Como pasitos de pingüino.

Jongseong imitó los cortitos pasos de los pingüinos y Jungwon rió a carcajadas.

A Jungwon le gustaban los pingüinos.

𝙋𝘼𝙎𝙄𝙏𝙊𝙎 𝘿𝙀 𝙋𝙄𝙉𝙂Ü𝙄𝙉𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora