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Jungwon seguía siendo lejano a los demás, pero había aprendido a acercarse a Jongseong.

Y Jongseong, había aprendido muchos gestos de Jungwon. Lo conocía muy bien.

Cuando Jungwon se enojaba o estaba cansado, su boca formaba un "ㅅ".

Cuando comía o sonreía, el hoyuelo de su mejilla se marcaba mucho.

Y sobretodo, que amaba su sonrisa. Era el gesto más sincero que había visto en el menor. Cuando estaba feliz, irradiaba luz por todos sus poros.

Jungwon era un Sol.

Pero un Sol de invierno.

Porque estaba ahí brillando, pero aún no podía entregar su calor y luz a todo el mundo.

Era un Sol para pingüinos.

Las tardes juntos le alegraban el alma, y agradecía la idea de su madre de que ambos fueran amigos desde pequeños.

Pero había algo que Jongseong no había visto hasta un día. Algo que había pasado desapercibido ante su intelecto por todos aquellos años.

Ese algo, era que Jungwon le tenía miedo a una persona en específico.

Y cuando Jongseong lo descubrió, supo de inmediato que desde ahí venía su trauma.

𝙋𝘼𝙎𝙄𝙏𝙊𝙎 𝘿𝙀 𝙋𝙄𝙉𝙂Ü𝙄𝙉𝙊 » 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora