Cuatro

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Minte vio con asombro lo que ella pensó un acto de magia, pero su atención se la llevó otra cosa. Ella no podía ver la cadena que caía de la mano de Kurapika, mas la escuchaba nitidamente.

-Ese sonido...provenía de tí- murmuró un poco confundida, viendo a su alrededor como si buscará algo.

-Estoy seguro que ella tiene un talento muy especial- pensó Kurapika- Entonces ¿Quieres saber que es el Nen?

-Sí- respondió Minte. Su voz se escuchó un poco ingenua. No lo dijo, pero experimentó el abrazo de un aire caliente del que desconocía su origen.

En el jardín había un kiosko cubierto de rosas rojas con grandes espinas. Allí fue que Kurapika le explicó lo básico respecto al Nen. Al principio todo el asunto del aura, se le hizo un tanto extraño a Minte. En más de una ocasión levantó su antebrazo a la altura de sus ojos esperando ver algo e ignorando parte de lo que ese muchacho le estaba diciendo, algo que a su autodenominado maestro no le gustó nada. Le llamó la atención varias veces.

-Minte...¿quieres aprender o no?- le cuestionó cuando su paciencia llegó a su límite.

-Sí, pero todo esto suena demasiado complicado- confesó la muchacha- Además dices que a una persona puede tomarle años de meditación silo abrir los puntos para liberar el aura. Después dices que me tomara un mes aprender lo básico y tres manejarlo a la perfección, aunque puede llevarme años perfeccionar la técnica que desarrolle...¿qué parte no comprendí?

Kurapika cerró los ojos y respiró profundo antes de continuar.

-Hay personas que un talento extraordinario para la técnica Nen, Minte. Creo que tú eres una de esas personas. Tampoco es que este hablando con una novata...Es decir...tu mayordomo me dijo que puedes retener la respiración por casi media hora. Conozco a un chico que puede hacerlo por ocho minutos y bueno él...-se interrumpió en ese momento y clavó sus ojos en la muchacha- Tampoco pude evitar apreciar tu trabajada figura. Estoy seguro que tu padre te debió entrenar en combate cuerpo a cuerpo. Si era un Kuruta...sin duda lo hizo.

-Eres muy listo y observador, Kurapika- comentó la muchacha y levantó el brazo derecho- Tienes razón, mi padre me entreno desde muy pequeña. Y yo no he dejado la práctica.

-Entonces será más fácil para tí todo esto. El entrenamiento marcial conlleva también un entrenamiento mental y la mente  influye mucho sobre el poder del Nen.

-Dicen que el conocimiento es poder...Yo creo que el poder es pura voluntad- manifestó Minte con seriedad.

-Es correcto- afirmó Kurapika que se enfrentó a una mirada muy penetrante de parte de esa muchacha.

-Digame una cosa, maestro...¿Cuál es la motivación de su voluntad?

Kurapika abrió un poco más sus grandes ojos azules y luego los cerró. Él se había estado metiendo en la vida de Minte. En sus recuerdos dolorosos y sus deseos, implícitamente le dió el permiso  para hacer lo mismo con él. Sin embargo, contrario a otras veces, en esa oportunidad, no se sintió invadido o forzado a responder.

-La venganza- respondió con una calma fría,glacial.

-Entonces vas tras La Araña-le dijo Minte- Es un secreto a voces en el bajo mundo y más allá también. Ese grupo de bandidos masacro a la tribu Kuruta por sus ojos, hace algunos años. 

Kurapika guardo silencio.

-No te estoy juzgando- le dijo Minte- No podría después de confesarte lo que quiero, sin embargo, creo que deberías considerar dos cosas. La primera es que harás una vez consigas tu venganza y la segunda...Es que el Genei Ryodan es sólo un grupo de mercenarios. No sería extraño  que alguien les hubiera pagado para hacer eso y sino fue así, su principal motivación era surtir a quienes codiciaban los Ojos Rojos. Entonces ¿Te vengaras de ellos también?

-¿Lo harás tú?- fue la pregunta que salió de la boca de Kurapika, como si de una cuchilla de hubiera tratado.

-Touche- exclamó Minte encogiéndose de hombros- Bueno es tarde...comamos un poco y luego me sigues explicando. Pienso mejor con el estómago lleno.

Kurapika se le quedó viendo a Minte alejarse hacia la mansión. El ánimo de la chica era bueno. También lo era el de él, hasta hace un par de años, antes de experimentar la venganza, de saborear la muerte y de que el color rojo pintara sus manos. Él también fue así. Con disgusto fue tras ella.

Esa noche Minte escuchó el resto de la introducción al Nen. Pese a su actitud, Kurapika comprendió que ella entendía todo bastante bien y rápido. A la mañana siguiente iniciaron, temprano, con el entrenamiento para desbloquear los puntos que contienen el aura, sin embargo, Minte dejo en evidencia que la meditación no era lo suyo, pero no porque no pudiera concentrarse, Kurapika sospechaba de que había otro motivo. Durante el desayuno notó también que Minte tenía problemas para distinguir un color de otro. Él le pidió que le diera las manzanas rojas y, la muchacha, tardo bastante en tomar la fruta delante de ella. La razón es que habían manzanas verdes también. Durante el entrenamiento, para corroborar su teoría, Kurapika le pidió que le diera una rosa amarilla para hacer una demostración de las aplicaciones del aura sobre los objetos y ella le dió una de color rosa. Él no la hizo ver su error y Minte pareció aliviada. A medio día, después de varios intentos fallidos, Kurapika le preguntó si ella podía ver bien.

-Vaya...-exclamó Minte- Supuse que no tardarías mucho en descubrirlo. No, yo veo todo de color rojo- le respondió con una sonrisa gentil.

-¿Siempre ha sido así?-le preguntó Kurapika sentándose a lo jefe indio frente a ella.

-No. Así quedaron mis ojos después de lo que sucedió con mis padres- le explicó Minte- Antes mis ojos eran verdes, como los de mi madre, pero después de esa noche... Adquirieron este tono marrón rojizo que hace que todo se vea cubierto de sangre.

-¿Te importa si miró de cerca?- le preguntó Kurapika con una expresión algo nostálgica- Tenía un amigo cuyos ojos se...

Kurapika no dijo nada más. Se puso de pie diciendo que tomará un descanso, que intentarían algo diferente más tarde.  
  
Minte se sintió algo aliviada y se fue hasta su cuarto para descansar. Allí llegó su mayordomo con una taza de té y galletas. El hombre la miró sentada en el barandal del balcón y caminó hacia allá con prudencia. Al llegar con la señorita le ofreció la taza, mientras dejaba la charola en la mesita al costado de ella.

-Su invitado la ha tenido muy ocupada- le comentó- ¿Cuanto tiempo estará con nosotros el señor Kurapika?

-Una semana a lo mucho- respondió Minte llevándose la taza a la boca.

La muchacha sostuvo ese objeto con ambas manos de forma muy delicada. Los delgados y pálidos dedos de esa mujer, parecían las patas de una mariposa posadas en una flor. Su rojo cabello la abrazaba producto del viento a su espalda y el aroma de esa cabellera se mezcló con el de té, creando una fragancia que perturbó al mayordomo.

-¿Desconfías de él?

-Temo que la lleve por senderos peligrosos. Los Ojos Rojos solo traen desgracias ¿No lo dice usted,señorita?  

Kurapika que había ido a buscar a Minte, escuchó la charla. Se apartó de la puerta y se alejó callado por el pasillo, pero el sonido de la cadena alertó a Minte de su presencia.

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