Trece

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-¡La hoja se está moviendo!-exclamó Minte bastante sorprendida.

-Significa que ahora perteneces al estilo controlador, Minte-le explicó Kurapika.

-Pero si se supone que era del estilo transformación ¿No dijiste que sólo se podía tener un estilo de Nen? Kurapika estoy confundida-le dijo Minte rascándose la cabeza de rodillas en la alfombra en aquel salón con un solitario piano.

-Es porque eres como yo -le confesó Kurapika- Tal vez incluso mejor-pensó mientras se hincaba frente a la muchacha, del otro lado de la copa con agua-En mi estado normal, pertenezco al estilo materializador-le explicó mientras rodeaba la copa con sus manos revestidas de aura y el agua se cristalizaba- Por otra parte cuando mis ojos se tornan rojos...

Minte observó los nuevos cambios en el agua con bastante interés.

-Cuando eso sucede mi estilo cambia al de la especialización. En tu caso sucede exactamente lo mismo sólo que posiblemente tengas un estado más- Kurapika la miró a los ojos- Llamaremos tu estado normal a cuando tus ojos son verdes. En estado normal tu estilo de Nen corresponde al controlador, tu segundo modo lo llamaremos mestizo, es cuando tus ojos están a medio pasó entre el verde y el rojo, en ese estado perteneces al tipo transformación. Por último cuando tus ojos se tornan rojos, obtienes otro tipo de Nen. Posiblemente en ese modo pases al tipo intensificación. El Nen es un poder donde la mente y las emociones tienen mucho que ver, Minte. Eso te lo había dicho.

Minte guardo silencio un momento. Recordó la furia ciega que se apoderó de ella cuando supo quien traicionó a su padre. Miró fijamente los ojos escarlata de Kurapika y experimentó una sensación incómoda. Ese color, ese maldito color exaltaba muchas cosas. La rabia nacida de la importancia se sentía desesperante. Era como si estuvieran encendiendo un fuego en medio del estómago y el calor de esa hoguera comenzará a calcinar el cuerpo desde el interior. Era calor sofocante y doloroso.

-Minte-la llamó Kurapika-Minte ¡Minte!-le gritó en la cara y ella parpadeo para alivio del muchacho-No lo hagas-le advirtió.

-¿Que no haga qué?

-Lo que estabas intentando hacer. Terminó Minte. Lo tuyo terminó-le dijo Kurapika con un tono grave y una mirada igual, que había retornado a su colar natural.

La muchacha parpadeo lento una vez bajando la mirada.

-¿Recuerdas cuando te dije que tenía miedo y por eso no salía de casa?-le preguntó Minte-Por mucho tiempo pensé que en algún momento aparecerían cazadores furtivos buscandome para quitarme los ojos. Por eso me escondí. Vivía temiendo ser asesinada sólo para acabar en la exhibición de un bastardo que me expusiera como un trofeo. La mestiza del clan Kuruta, ciertamente cautivaria el interés de esos cerdos...

-Ya no tienes que preocuparte por eso. Esos hombres ya no existen y ahora tienes el poder para defenderte-le dijo Kurapika.

-Y todo eso te lo debo a ti-exclamó la muchacha sonriendo feliz-Desde que apareciste soy más fuerte, Kurapika.

Esa declaración sonó tan honesta y sobretodo tan blanca que logró descolocar al muchacho. Por suerte para él no tuvo tiempo de responder a esas palabras, pues Senritsu tocó a la puerta diciendo que lamentaba interrumpir, pero tenían un tema urgente que tratar.

-Disculpeme ¿Te parece si continuamos más tarde?-le preguntó con el mejor de sus tonos amables.

Minte asintió con la cabeza y lo miró salir para después volver sus ojos a la copa y quedarse viendo ese objeto como si contemplará un futuro muy triste a la vez que dulce y pacífico.

La familia Nostrade ascendió rápidamente gracias a las profecías de Neon y si bien los ingresos obtenidos por estas adivinanzas eran muy altos, estaban destinados exclusivamente a mantener a la caprichosa chica satisfecha, comprando todo lo que ella quería. Los demás ingresos provenían de apuestas y por sus servicios de protección, sin embargo, en los últimos meses el poder de la familia estaba decayendo. Sin Neon adivinando el futuro, Light Nostrade perdió influencia dentro de la mafia y la deuda adquirida durante la subasta estaba consumiendo aquella familia. Kurapika se las había arreglado para mantener la situación estable, pero nuevos problemas se estaban presentando y debía resolver la situación. Por ningún motivo Kurapika quería perder la ubicación que había conseguido, pues desde allí ubicar los ojos de su gente le era más fácil.

Neon Nostrade tenía una amplia y muy buena colección de partes humanas. La chica ya no estaba y todas esas piezas se hacían peso muerto. Si bien algunas podían usarse en trueques, era mucho más eficiente venderlas para adquirir una buena cantidad de dinero extra y Kurapika había organizado una subasta. Por supuesto dicho evento estaba reservado a un público muy específico y parte del dinero recaudado sería entregado como comisión a la mafia. El lugar, el día y la hora habían sido fijados y esa tarde Kurapika recibió la llamada de comprobación. Como la familia Nostrade era la auspisiadora de dicho evento, además que la anfitriona, era su deber garantizar la seguridad de los participantes, lo que obligó a Kurapika a contratar más guardaespaldas teniendo que recurrir a un par de cercanos: Leorio, su amigo y también a Izunavi, su maestro de Nen.

En los días siguientes a la llegada de Minte, Kurapika estuvo bastante ocupado. Pensó que se tardarían más tiempo en lograr los permisos y demás para su subasta, pero se equivocó lo que fue una lástima para él pues realmente quería estar cerca de Minte un poco más. Sólo un poco más.

En cuanto a la muchacha se le vía pasear por el jardín o hablar con Senritsu cuando la mujer estaba desocupada, pero la mayoría del tiempo se lo pasaba sola en algún rincón practicando su Nen. En una de esas ocasiones, Basho se le quedó viendo. La muchacha sólo estaba parada ahí, con un atuendo muy ceñido a su figura y él quería disfrutar de la hermosa vista que era aquella chica. Verla prácticar Nen no llamó su atención y tampoco advirtió que el tenue aroma que estaba respirando. El olor se asemejaba a rosas y Basho lo asoció a la corona de rosas rojas en la cabeza de la mujer, para cuando advirtió de que se trataba era muy tarde. Minte volteo a él y lo miró fríamente.

-Aléjate y no vuelvas a mirarme -le ordenó y el hombro se dió la vuelta para volver a la mansión.

Cundo Basho pasó junto a Senritsu, la mujer no notó el cambió en el ritmo cardíaco de su compañero. No del todo. Sólo una nota destemplada en aquella tonada que llamó su atención, pero a la que restó importancia debido a lo que oyó detrás de la puerta de entrada. El maestro de Kurapika había llegado. El hombre tenía un aspecto algo desaliñado, pero habló con un tono amable a la pequeña mujer que lo dejó pasar para llevarlo ante el líder del grupo que sostenía aquella familia.

Los reencuentros entre un discípulo y su maestro suelen ser emotivo, el de Kurapika con Izunavi no lo fue. Su relación era un tanto peculiar.

-Este es el contrato. Si estas de acuerdo firma en la parte de abajo.

-Que tipo más frío eres. Ni siquiera te tomas las molestia de preguntarme cómo he estado todo este tiempo. Te recuerdo que soy tu maestro, Kurapika.

-¿Aceptas el trabajo o no?-le preguntó el muchacho con una mirada gélida y una voz glacial.

-A veces creo que me guardas rencor por haberte vencido la vez que te robe la licencia de cazador -comentó el sujeto tomado la hoja de papel y atrapando con dos de sus dedos el bolígrafo que su discípulo le arrojo como si se tratara de un dardo- No cabe duda de que eres un sujeto muy rencoroso, Kurapika.

-Cierra la boca. Tú nunca entiendes nada-le dijo el muchacho junto cuando Senritsu entraba en aquel estudio.

-Esta es la lista de los participantes-le dijo la mujer al entregarle una hija de papel- La mayoría son miembros de familias rivales ¿Crees que haya algún problema con esto?

-No...Cuando de trata de estos eventos las rivalidades deben quedarse fuera. Es parte del código de...-decia Kurapika, pero se interrumpió al leer un nombre- Zenji... Este sujeto es...

Zenji era el nombre del hombre de la cabeza rapada que peleo los
Ojos Rojos en la subasta de York y que lo esperó fuera para amenazarlo con un arma. Era un tipo bastante conflictivo y muy molesto. Kurapika no estuvo seguro de porqué, pero tuvo un mal presentimiento.

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