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Ahora que el tiempo libre para Kyojuro sobraba, no le quedaba de otra que recordar fragmentos de su pasado, después de todo, aún se daba tiempo para pensar en la propuesta de Sanemi.

¿Por dónde empezar? Quizá recordando el acercamiento que tuvo con Akaza, fue en un parpadeo ahora en el presente, viéndolo en el pasado, Kyojuro nunca se imaginó terminar así, soltó un suspiro mientras se acomodaba acostado viendo hacia arriba, eran las dos y media de la mañana, aún no conciliaba el sueño.
En fin, se empezó a cuestionar varias cosas, como “ ¿que hubiera pasado si no me hubiera acercado a él? ”

Recuerda la vez que llegó con un regalo, un amuleto que amablemente se tomó la molestia de buscar, uno que aún guarda con alegría, lo sacó de debajo de su almohada, apreciando cada detalle de este, definitivamente Akaza era mucho más que Sanemi, el peliblanco ni se ha tomado la molestia de preguntarle sobre su sentir, sólo llega a molestarlo para avisarle de la comida ya que, si, no está encerrado en su totalidad, sólo no se le permite salir de aquel lugar que en definitiva no llamaría ni siquiera “casa”. Ya que, no se siente ni un poco seguro ahí, estaba a medio recuerdo cuando alguien tocó su puerta, era Sanemi, abrió cabizbajo sólo para escuchar la voz de su “compañero”.

- Saldré un momento, no salgas, no hagas mucho ruido y mucho menos, no se te ocurra pedir ayuda ¿Quedó claro? -

El rubio asintió y cerró la puerta de la habitación ya que el Shinazugawa se haya marchado, se acostó nuevamente en la cama que lo acompañaba todas las noches, se colocó el collar en el cuello y se puso a pensar, eso, hasta que escuchó a alguien tocar la puerta principal, confundido salió a ver si era Sanemi, al no reconocer ni las pisadas que se acercaban, ya que no era Sanemi, esperó a escuchar alguna voz y grande fue su sorpresa al reconocer unas voces.

- Tomioka-san, anda, toca -

- Kocho... Ah, bien.. -

Nuevamente tocaron la puerta delicadamente.

- ¿Shinazugawa-san? ¿Me oyes? -

Habló Shinobu con una voz calmada, mientras que en su rostro se reflejaba enojo.

- ¡Shinazugawa-san! No te ocultes -

Y por fin, el rubio decidió abrir la puerta.

- Rengoku-san... Ren... -

Shinobu no podía creerlo, estaba viendo fácilmente a su compañero, el perdido, sonrió y soltó lágrimas de felicidad al verlo feliz, Tomioka como una de esas pocas veces que ocurrían, sonrió levemente y suspiró aliviado de ver a Kyojuro.

- Shinobu-san, Tomioka-san... ¿Qué hacen aquí? -

El más sorprendido sin duda era el rubio, se supone que esa ubicación nadie la conocía, nadie menos Douma y los Shinazugawa.

- digamos que Genya-Kun ayudó bastante -

Con esto, de los ojos de Kyojuro salieron lágrimas, no lágrimas como las que había sacado días atrás, si no, lágrimas de felicidad.

- Quieres ver a Akaza ¿No? -

- Si... Lo quiero ver  -

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- ¡Akaza-dono! ¿por qué eres tan frío conmigo? -

Akaza no podía con tanto, podría describir a Douma como una chica que sólo quiere dinero, berrinchudo y pesado, frunció el seño y mirando al piso contestó sin ganas.

- Nuestro matrimonio es obligado, yo no te amo Douma, sabes perfectamente por quién lo hago -

Douma gruñó enfadado, al ver de reojo a cierta persona sonrió cambiando totalmente su “personalidad” lanzandose hacia su contrario, a la distancia se vería como un beso, Akaza reaccionó rápido tratando de quitarse a Douma de encima, sin embargo, quien salió con sonrisa en cara fue el castroso...

- Akaza.... -

Pronunció Kyojuro, sin poder creer lo que había visto o más bien lo que creyó haber visto.

- ¿¡ESTO FUE LO QUE HICISTE PARA SALVARME!? -

El mencionado al escuchar ese grito, sin contenerse quitó a la segunda luna superior de un jalón y trató de acercarse a su flamita.

- Kyojuro... Douma sólo me abrazó y aún así, fue asqueroso... ¡Pero! Te estuve buscando -

Un silencio se apoderó del lugar... El rubio miró al suelo sin poder decir nada, no podía procesar lo que vió y lo que le dicen...

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Uy, drama [correr en pandillero]

➵ Te protegeréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora