Prólogo

1.4K 114 22
                                    

Un joven de piel clara contemplaba a lo lejos un vasto campo lleno de flores de azafrán. El paisaje era un mar púrpura, salpicado de hebras carmín que prometían sabor a los platillos más exquisitos. Cerró los ojos y, como si fuera ayer y no cientos de años atrás, recordó vívidamente el día en que conoció a aquel bello joven que cortejaba a la ninfa Smilax. Al principio, la ninfa mostró interés por él, pero con el tiempo su pasión se desvaneció. Cuando el joven estuvo a punto de ser transformado en una flor, intervino, cautivado por su belleza. Como castigo, la ninfa fue convertida en una planta enredadera, y el joven quedó bajo su cuidado, formando un vínculo eterno.A pesar de tener múltiples amantes, entre ellas la más hermosa de todas: la Diosa del Amor, le era muy imposible dejar de pensar en el joven y que su corazón se estrujara con tan sólo recordar su trágica muerte.

Aunque al principio el chico parecía renuente, pronto se acostumbró a las atenciones del dios de los ladrones. Sin embargo, su destino parecía sellado y, en un trágico accidente, el joven perdió la vida. Para evitar que su alma se perdiera en el Hades, el dios lo transformó en la flor que ahora veía ante él, uniendo su destino al de la ninfa para siempre. Cada vez que contemplaba esas flores, su corazón se encogía, incapaz de olvidar al joven, a pesar de tener múltiples amantes, incluida la diosa del amor.

De repente, sus pensamientos fueron interrumpidos por un terremoto que sacudió la tierra bajo sus pies. Una sensación de terror lo invadió y se alejó del campo rápidamente, dirigiéndose al Olimpo. Al llegar, encontró a los dioses reunidos, su preocupación evidente.

—El equilibrio del mundo se ha roto y Caos ha renacido en el interior de un rey —anunció un hombre de barba, sentado en el centro de todos—. Hijo mío, nuestro mensajero, necesito que envíes esta carta y traigas a aquellos guerreros que terminaron con la Guerra Santa de nuestros aliados. No aceptaré un no por respuesta.

El joven se levantó con determinación, tomó el pergamino que su padre le extendía y comenzó su viaje hacia Britannia. Mientras emprendía su misión, esperaba que la tarea le permitiera olvidar su melancolía y quizá encontrar consuelo en los brazos de una chica de ese lugar, aunque su corazón siempre estaría marcado por el recuerdo del joven perdido.

 Mientras emprendía su misión, esperaba que la tarea le permitiera olvidar su melancolía y quizá encontrar consuelo en los brazos de una chica de ese lugar, aunque su corazón siempre estaría marcado por el recuerdo del joven perdido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los días habían transcurrido desde la épica batalla en la que derrotaron a la deidad suprema. El mundo parecía haber recobrado la paz, y la próxima boda del capitán y la princesa era motivo de alegría y celebración. El sol brillaba intensamente, y las flores adornaban el paisaje con sus vivos colores. Todo estaba meticulosamente planeado, y la felicidad reinaba entre sus compañeros, cuyas risas y canciones llenaban el aire. Sin embargo, una única hada se encontraba sumida en una profunda tristeza: la gigante había rechazado su propuesta de matrimonio, pues otro había robado su corazón. El Rey Hada, sin más opción que aceptar, estaba atrapado en una vorágine de melancolía. A pesar de su pena, sabía que debía estar presente para sus amigos. Su tristeza era tal que evitaba mantener la forma del Rey Hada, pues le recordaba que su ascenso a ese título fue en parte gracias a sus sentimientos hacia la gigante.

Χάος [Meling]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora