Capítulo 20

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Advertencia; contenido +18

Aquella noche, aquel grupo se reunió alrededor de la fogata después de comer, a pesar de ser un grupo se encontraban separados en sus respectivos bandos; dioses y guerreros, pero, como la luna y el sol se encuentran en el cielo en una parte del día, uno de los guerreros se encontraba abrazando al dios de los ladrones y este también lo mantenía abrazado. Las horas de la noche ya eran muy elevadas y fue cuando el dios despertó, pues tenía cierto plan, vio a la persona que se encontraba en sus brazos y lo sacudió un poco para lograr despertarlo, cosa que logró ya que esos ojos que tanto amaba se toparon con los suyos.

—¿Sabes donde nos encontramos? —pregunto en un susurro, a manera de secreto.

El castaño comenzó a observar sus alrededores, buscando que sus ojos se adaptaron al manto oscuro que cubría el cielo y los secretos de su amante que hicieron que sus mejillas se tornaron de un tono carmesí, aunque en sus ojos se mostró cierta melancolía al tener una respuesta negativa ante las palabras de su amado, cosa que vio su pareja y supo de inmediato por lo que procedió a pararse sin hacer tanto ruido y después brindarle sus manos para que a pequeña hada se levantara, percatandose de que la diosa de la luna faltaba en su grupo, pero el medio hermano de la joven sabía que ese era su horario en el que se encontraba explorando el bosque. Le hizo una seña al castaño para que guardara el mayor silencio posible recibiendo un asentimiento como respuesta y una sonrisa cómplice, y ambos agarrados de la mano comenzaron a alejarse del campamento.

Entre árboles y flores, de manera más temprana que tarde llegaron a un río que se encontraba cruzando las ruinas de una antigua construcción, en donde las personas alguna vez habían estado ahora la naturaleza se encontraba en abundancia, en las tierras que antes le pertenecía, aquella agua era cristalina, las paredes se encontraban llenas de moe a causa de la humedad, era mágico por las luciérnagas que iluminaban el lugar, la magia de la naturaleza. Una pequeña cascada, se encontraba por una madera que se había deteriorado con el tiempo y el río la tomó como una parte más de sí misma, y en las escaleras que se encontraban para llegar a esa pequeña cascada una enredadera adornaba los alrededores.

—Esa es... —dijo el joven al reconocer aquellos pequeños frutos que de las ramas brotaban, y no solo ello, el aroma que tanto lo enloqueció una vez. —Mi querida, Smilax.

—Ella ya no te quiso —dijo el dios con recelo ante las palabras del castaño, cruzando los brazos viendo como tenía entre sus manos uno de los frutos de la dichosa planta. El hada sonrió, soltando el producto en el agua del río, siendo una alegoría del amor que tuvo y dejaba ir, porque amo a esa ninfa como amaba al dios.

—Este lugar, ya lo recuerdo —dijo mientras colocaba sus manos en las mejillas con un rubor que no era visto por la poca luz producida por los insectos y el manto de la noche. —Nuestra primera vez, el momento en que yo me entregue a ti en cuerpo y alma frente a mi viejo amor, porque querías establecer que ahora, yo, era tuyo. 

—Mi preciado efebo —habló el dios, atrayendo el cuerpo del hada al suyo, acercando su rostro al del hada quien cerró los ojos en espera de ese beso que tanto había ansiado por milenios, desde su muerte. 

Sus labios entraron en contacto con los del otro, los brazos del dios rodearon la cintura del hada, jugueteando en áreas cercanas a la cintura, mientras el hada que sacaba pequeños suspiros ante los jugueteos que le brindaba su pareja, quien lo comenzaba a guiar a una de los escalones para poder sentarlo en ella y tenerlo bajo de el.

...

Un rubio se levantó del lugar donde estaba dormido, teniendo a su pareja al lado pero este se sentía mal por no ser lo suficientemente valiente para decirle la verdad. Miró a su alrededor sin percatarse de la presencia de las personas que no se encontraban ahí, pues se había levantado para poder hacer sus necesidades y seguir su sueño. Comenzando a caminar entre los troncos de los árboles, se alejó lo suficiente para poder orinar, una vez realizado el acto su curiosidad fue captada por varias luces concentradas en un lugar, y, pensando que se trataba de el enemigo se acercó con sigilo para ver si podía escuchar algo, pero se paró en seco cuando un gemido de placer llego a sus oídos y esa voz era de...

Χάος [Meling]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora