Capítulo 7

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Los guerreros quedaron atónitos ante la escena que se desarrollaba frente a sus ojos. Meliodas sintió un nudo en la garganta al ver cómo Hermes invitaba a King, y cómo este aceptaba la invitación con una mezcla de sorpresa y timidez.

—Bueno, vamos a nuestra cita —dijo Hermes, con una sonrisa encantadora, mientras tomaba a King de la cadera. Con una rapidez impresionante, desaparecieron en un destello, dejando a los demás en un silencio incrédulo.

Elaine, la hermana de King, frunció el ceño y cruzó los brazos con evidente molestia.

—¿Cómo puede ser tan descarado? —exclamó, su voz vibrando de indignación. —Algo le hizo a mi hermano, y llegaré al fondo de esto.

—King parece feliz con él —intervino Gowther, atrayendo la atención de todos. Su tono era calmado y reflexivo. —No es tan difícil de entender por qué. Elaine, tú tienes a Diane y Elizabeth como amigas y les cuentas tus penas. Meliodas, tu mejor amigo es Ban, y siempre están ahí el uno para el otro. Pero el único amigo que tenía King murió, y Diane lo dejó. Es normal que le agrade la idea de tener un amigo con quien contar. No es que nosotros no estemos ahí para él, pero siempre contamos con una persona especial, y él ya no la tenía. Es egoísta pensar que no puede tener amigos además de nosotros.

Elaine se encogió de hombros, su expresión suavizándose un poco mientras consideraba las palabras de Gowther. Meliodas, sin embargo, desvió la mirada, sintiendo una mezcla de emociones contradictorias. Sabía que Gowther tenía razón, pero no podía evitar sentir una punzada de celos y preocupación.

Observó el punto donde Hermes y King habían desaparecido, intentando racionalizar sus emociones. La punzada de culpabilidad mezclada con celos era innegable. No era solo preocupación; había algo más profundo, una sensación de pérdida y, quizás, un toque de envidia por la conexión que King estaba formando con Hermes. Ver a King tan cercano a alguien más, especialmente a un dios tan encantador como Hermes, lo hacía sentir vulnerable.

Meliodas pensó en su propia relación con Ban. Siempre habían sido inseparables, confiando el uno en el otro con total naturalidad. Pero King nunca había tenido una relación así dentro del grupo. Su único amigo cercano había muerto, y Diane, quien había sido su amor y amiga, lo había dejado. Era natural que buscara esa conexión en otra parte, incluso si eso significaba acercarse a Hermes.

Mientras reflexionaba, Meliodas también reconoció la necesidad de apoyar a King, incluso si eso significaba enfrentar sus propios sentimientos contradictorios. Sabía que King merecía la misma alegría y apoyo que todos ellos tenían. Apretó los puños, decidido a poner los sentimientos de King por encima de sus propios celos y preocupaciones, aunque la tarea no sería fácil.

—Llegamos —anunció Hermes, deteniéndose frente a un templo majestuoso, con flamas resplandecientes en la entrada que daban al lugar un aire místico y reverente

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—Llegamos —anunció Hermes, deteniéndose frente a un templo majestuoso, con flamas resplandecientes en la entrada que daban al lugar un aire místico y reverente.

—Recuerda tus modales —le recordó Hermes a King con una sonrisa tranquilizadora.

King asintió, sintiendo un nerviosismo palpable mezclado con una curiosidad creciente. Mientras se acercaban, unas ninfas hermosamente vestidas los recibieron, informándoles con voces suaves y melodiosas que su señora llegaría en unos instantes. Los condujeron a una sala de estar decorada con tapices y muebles elegantes, impregnada de un ambiente cálido y acogedor.

Χάος [Meling]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora