Capítulo 5

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El sol se asomó nuevamente en el horizonte, tiñendo el cielo de un cálido naranja y señalando el momento de continuar su viaje. Los guerreros recogieron sus pertenencias y comenzaron a caminar, el crujir de la grava bajo sus pies resonaba en el tranquilo amanecer.

—En serio, les pido tengan cuidado con los erotes. Son muy traviesos y no los reten, porque pagarán las consecuencias —advirtió Hermes, su voz era un eco de preocupación y sabiduría antigua.

Cuando llegaron al templo, las ruinas desmoronadas les arrancaron unas risas. Pero a medida que avanzaban, las risas se transformaron en asombro al encontrarse con majestuosas estructuras de mármol blanco, columnas imponentes y estatuas de belleza etérea. Chicas con túnicas blancas se arreglaban el cabello y reían suavemente, creando una atmósfera casi irreal.

—¡Tío Hermes! —vociferaron unas voces melodiosas. Tres jóvenes alados se acercaron corriendo, sus alas resplandeciendo bajo la luz del sol.

—Hola chicos, ¿cómo está su mamá? —preguntó Hermes, su sonrisa era un reflejo de cariño genuino.

—Puedes ir a sus aposentos a preguntárselo más tarde, seguramente le gustaría tu visita —respondió uno de ellos con una sonrisa traviesa, mientras otro miraba con curiosidad a los guerreros.

—¿Ellos quiénes son, tío Hermes? —preguntó el pelirrojo, observando a Meliodas y su grupo con una mezcla de interés y desconfianza.

—Oh, son los guerreros que mi padre solicitó —respondió Hermes, indicando a Meliodas y su compañía.

Instintivamente, Meliodas se adelantó para proteger a King, consciente de las miradas y comentarios de los jóvenes alados.

—¡Son novios! —exclamó uno de los erotes, provocando risas y más comentarios picantes de sus hermanos.

—¡Mira cómo lo protege! —añadió otro, y los rostros de Meliodas y King se tiñeron de rojo.

—¡Les presto mi habitación para que tengan más privacidad! —dijo el tercero, riendo.

Hermes, divertido, presentó formalmente a los jóvenes alados:

—Pecados Capitales, les presento a los erotes, hijos de Ares y Afrodita.

—Mucho gusto, soy Anteros, Dios del amor correspondido y la venganza amorosa —dijo un joven con alas de mariposa en tonos rosa y negro, su cabello ondulado decorado con adornos plateados. Vestía una túnica color melón que resaltaba sus trabajados pectorales.

—Yo soy Eros, Dios del amor unilateral —se presentó otro, su cabello castaño corto adornado con un detalle dorado. Sus ojos eran de un intenso color rosa—. Y ese de allá es nuestro hermano Hímero, Dios del Deseo Sexual.

Hímero, con cabello rubio oscuro y pecho descubierto, saludó con una sonrisa.

—Si fuera por mí, estaría desnudo —bromeó, provocando risas y sonrojos entre los presentes.

El trío se acercó rápidamente a la "pareja", lanzando preguntas sobre su relación.

—¡Compórtense! —los regañó Hermes, y los jóvenes se alejaron un poco, avergonzados.

—Bueno, la entrada se abrirá a mediodía. Faltan unas horas, así que pediré a las ninfas que preparen sus vestuarios y el desayuno —dijo Hermes, y los guerreros asintieron.

Mientras Hermes se alejaba para encargarse de los preparativos, los erotes guiaron a los pecados a un lugar donde pudieran sentarse, ubicando a King y Meliodas juntos. Los hermanos observaban a la "pareja" con ojos llenos de amor, imaginando su boda y soñando con la presencia de su medio hermano, Himeneo, el Dios de las ceremonias matrimoniales.

Χάος [Meling]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora