Capítulo 18

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La noche había transcurrido de una manera que se podría describir como eterna para todos los involucrados, el heraldo, como su nombre lo indica, fue a dar un mensaje a su padre donde se discutían los eventos pasados y se puso sobre la mesa el tema del "Traidor al Olimpo" y por ende, a los dioses. Evidentemente, Caos estaba detrás de todo esto pero, a pesar del enorme significado que esto tendría para la batalla venidera, se omite el estado del cuerpo del hada, que se encontraba en una especie de limbo entre una vida y otra, pues después de que todos los amigos del castaño se pusieron al corriente y este estuvo de, alguna manera, más estable para responder preguntas se dieron cuenta que ambas personas estaban ahí y deben mantener un equilibrio si quieren desbloquear el recuerdo en donde el castaño ve el rostro del traidor, ya que este, por algún motivo, estaba borroso.

Las dudas inundaban la mente de todos, los guerreros creían que los responsables de ese problema habían sido los dioses por esa "estúpida" apuesta donde, valga la redundancia, apostaron el bando del hada y creyendo que la mayoría de ellos conocían el contenido de esa flor de azafrán condujeron al hada a una trampa, por otra parte, los gemelos (que eran los que estaban al tanto de la situación) creían que alguno de los caballeros eran los culpables, el dios del sol pensaba que aquel castaño estaba actuando para tener engatusado a su hermano, desconociendo el significado de la flor y el contenido, pensaba que aquella hada era un impostor y solo querían infiltrarse en el olimpo con el pecado más grande que hombres y dioses sienten, y a su vez son incapaces de escapar de él; el amor.

El sol comenzaba a asomarse por el horizonte dando inicio a la pequeña excursión donde se pondría en juego la confianza de ambos bandos; dioses y humanos. Era evidente que los guerreros estarian ahí para apoyar a su compañero porque esa era la ley, sin mencionar que la diosa y la hermana del hada estaban ahí para apoyar en todo lo que fuera necesario por otra parte, los dioses que partirían a esa aventura serían los gemelos y, evidentemente, el dios de los ladrones. Los gemelos prepararon sus armas, ambos arcos relucían por el material del que estaban hechos, sin mencionar el gran poder que tenían al ser armas divinas, por otra parte los guerreros llevaban sus conocidos y respectivos "Tesoros Sagrados", pero, la almohada que siempre acompañaba al hada no tenía esa característica tan única que era flotar, pues esta la llevaba cierto rubio, sus compañeros y pareja tenían la falsa idea de que era por si el castaño, milagrosamente, reaccionaba pero esto no era así, era el recuerdo del enorme pecado que había cometido por estupido.

Antes de partir, el dragón se había encontrado con el copero quien había llevado alimentos, pues los Juegos Olímpicos no habían sido parados en ninguna ocasión y esa no sería la excepción, por lo que, antes de que empezara los siguientes juegos, su amante había pedido que se les llevara alimento a sus hijos para aquel viaje.

—Te dije que ibas a perderlo —dijo el heterocromático al ver a aquel rubio sostener aquella almohada verde musgo entre sus manos con fuerza. —Te lo dije, dije que debías cambiar y ahora él ha sido arrebatado de tu lado.

«—A la chica que te acompaña, si escucharas la cantidad de veces que he escuchado eso —río el copero. —Pero, tu corazón se enfada al verlo con alguien más, que lo abrace o algo más. El señor Hermes lo ve como un amigo pero los demás dioses no lo ven así, piensan que ha recuperado a su amante y si esto sigue así, ellos pronto comenzarán a presionar al mensajero para que le proponga matrimonio, sin mencionar que su amigo es muy poderoso y agradable, se ha ganado a muchos dioses ya con su amabilidad. Pronto buscarán una forma de que se queden con uno de ustedes y pueden pedirle al mismísimo Eros que le dispare una flecha para que se enamoré del señor Hermes.»

El demonio recordó todas y cada una de las palabras dichas por el copero aquella noche en la que se conocieron, sus lágrimas comenzaron a rondar por sus mejillas sin intenciones de parar y sus rodillas fallaron cayendo al suelo con un enorme hueco en la garganta.

—Si tan solo... Si tan solo yo... —balbuceaba entre sus lamentos. —Si no hubiera sido tan terco y hubiera aceptado aquellos sentimientos él no estaría...

—Lo más triste —habló el castaño. —Es que el señor Hermes nunca estuvo interesado en él, se impresionó al ver el enorme parecido con su fallecido amante, por lo que su superioridad ganó, pero jamás estuvo interesado en él de manera romántica, al contrario... Él quería verlos juntos pero tu y tus amigos lo tacharon de lo peor.

El rubio se quedó sin palabras y más de dichas inundaron su mente, cuántas veces el hada le había dicho que aquellos dioses no eran malas personas. Bajo la mirada al unir las piezas del perdido rompecabezas y entendió de inmediato que los dioses jamás traicionarian sus principios ni siquiera a su padre (al menos no los que conocía), pero sí a uno de sus camaradas.

Comenzó el viaje, bajando del Olimpo con ayuda del heraldo que hizo todo lo posible para que los guerreros bajaron con la mayor energía posible ya que, era peligroso para cualquier mortal. La hermana del castaño se elevó para ubicar su hogar para poder guiar a aquel grupo, por otra parte, el rubio veía como el castaño no flotaba y era extraño ya que este odiaba caminar, sin mencionar que estaba abrazado el brazo como si su vida dependiera de ello, cosa que rompía al demonio cada vez más. La rubia descendió, indicando el camino que se debía seguir y comenzaron a caminar con armas listas por cualquier emboscada que les tendrían preparadas.

—Los hijos de Zeus en aventura en plenos Juegos Olímpicos, esto es tan poco usual —se escuchó retumbar la voz de una mujer en el eco del bosque. —Interesante compañía que traen, son guerreros humanos y no son cualquiera, son los que acabaron con Tartaro y la hija favorita de mi madre.

—¡Eris! —exclamó el dios del sol al reconocer aquella voz. —Debí suponer que tu estarías detrás de todo esto.

—Ban; zorro de la codicia, Diane; serpiente de la envidia, Gowther; cabra de la lujuria, Elaine; Santa del Bosque del Rey Hada, Elizabeth; hija de la "Deidad Suprema", Meliodas; dragón de la ira y sin mencionar a la pequeña hada asustadiza que cuelga de la mano del mensajero de los dioses, King; oso de la pereza o debería decir... Crocus, amante fallecido del heraldo —los mencionados sintieron un escalofrío en la espina dorsal al saber que los habían investigado. —¿Dónde está el león y el jabalí? Oh, cierto, uno está en el Reino de Hades y la otra nos dijo TODO lo que habría que saber de ustedes.

Los caballeros quedaron paralizados por las confesiones del ente, entonces así era como se enteraron de sus poderes, existencia e historia.

La mujer aparecio por fin delate del grupo, hermoso cabello negro le llegaba hasta la cintura, tenia un cuerpo exquisito y los ojos mas dulces del mundo, pero esto solo era un farsa, su piel era tan palida que podria confurndirse con un muerto viviente, se veia enferma, su sonrisa era la de un depredador y el aura que emanaba era putrefacta.

—Discordia... —susurró el castaño al reconocerla por alguno de sus recuerdos, su cuerpo comenzó a temblar. 

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Gracias por su paciencia y leer, los veo en el siguiente capítulo. 

Χάος [Meling]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora