Capítulo 9

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El castaño se sonrojó ante las declaraciones de los dioses, pero no era por amor, sino por vergüenza y un poco de enojo. Técnicamente estaban discutiendo su mano enfrente de él, y sabía que no podía abrir la boca, a menos que quisiera ser víctima de azotes por insubordinación o de un rayo del Rey del Olimpo. Así que se mantuvo en silencio, pero no era el único molesto con este asunto. El heraldo también estaba furioso; él ya había tenido a alguien con quien quería contraer nupcias, pero los celos del dios del viento lo complicaron todo. Tenía que ser hermano de Apolo para que le sucedieran tantas desgracias. Sin embargo, era su padre, y poco podía hacer para oponerse a una orden.

Por otra parte, el demonio había hecho el trato sin considerar las verdaderas intenciones detrás de él. Estaban discutiendo sobre pelear por la mano del hada, lo que hizo que la mujer del dios se enojara. El rubio estaba comprometido con la platinada, quien quería convencerse de que su novio solo había aceptado el trato para no perder a King, uno de los miembros más poderosos de su orden de guerreros.

—Ejem —la mujer pelirroja del dios hizo aquel sonido para llamar la atención de los que estaban haciendo el trato—. Normalmente no me involucro en los tratos que mi esposo hace y que tienen relación con sus hijos bastardos —le dio una pequeña mirada al heraldo, quien sintió un escalofrío. La ira de Hera no era un asunto que tomar a la ligera cuando se trataba de alguno de los hijos que ella no había concebido—. Pero, como la diosa de los matrimonios y la fidelidad, no puedo permitir ese trato. El individuo de la raza demoníaca, Meliodas, está comprometido con la miembro de la raza de las diosas, Elizabeth. No puedo aceptar tal acto.

El castaño suspiró aliviado al saber que ese estúpido trato no se haría realidad. Si su capitán quería luchar por su mano, primero debía terminar la relación con la princesa (no porque la odiara, de hecho la apreciaba mucho, pero si Meliodas quería estar con él, no debía tener compromisos por respeto a ambas personas) y, en segundo lugar, sin un trato presente.

—Yo amo a mi prometida, pero no puedo permitirme perder a uno de los miembros de mi orden solo po...

—Padre —interrumpió el dios al rubio antes de que metiera la pata enfrente de Zeus—. Aunque me siento halagado por tu preocupación de que yo tenga una pareja, no quiero obligarlo a estar conmigo —el chico de ojos azules conectó su mirada con el hada, quien lo veía con sorpresa por sus palabras. El rubio le sonrió cálidamente, lo que hizo que un pequeño tono rosa apareciera en las mejillas del hada—. Si él quiere quedarse con sus amigos y compañeros de batalla, yo lo aceptaré porque no quiero perder a mi amigo. Pero si algo más se da entre nosotros, de todas maneras no lo obligaré a quedarse conmigo si esa no es su decisión.

—Qué romántico —dijo el copero cerca del demonio, con la intención de que escuchara.

—Bueno, bueno —una hermosa mujer rubia de cabello ondulado, la misma mujer con la que Hermes había hablado antes de la llegada de Nyx, interrumpió—. Discuten cosas de amor y yo no estoy presente. Esto me ofende mucho.

—Afrodita —sonrió el mensajero al ver a la mujer, ya que ella había sido una de sus amantes.

—Hermes, sé que en tu corazón solo hay lugar para Crocus. Desde que lo conociste cambiaste mucho. Me puse tan celosa, pero ver el amor que se profesaban fue demasiado para mí. Logró cautivarme y lamento mucho lo que te pasó —el chico asintió con una sonrisa nostálgica—. Pero, me gustaría verte con otra persona. Lamento mucho el comportamiento de mis hijos; sabes cómo es Eros. Así que apoyo la decisión que Hermes quiere tomar.

 Así que apoyo la decisión que Hermes quiere tomar

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Χάος [Meling]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora