Capítulo 25

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Marco.

Hoy me alejo de mi novia, mi primera novia que yo sepa, es verdad, he estado con muchas mujeres,  pero jamás había querido a ninguna, jamás me había interesado por tener una novia, jamás creí que me preocuparía por alejarme de alguien, siempre he sido alguien de un momento y justo cuando quiero algo que dure, por terceros termina convirtiéndose en un momento, un día. Sin embargo no dejaré que eso afecte mis sentimientos y mi manera de pensar en cuanto a ella, en qué tanto la quiero, no evitará que sueñe con ella, que la piense, que la desee, que por extraño que parezca, me imagine una vida al lado de ella. Muero de ganas por besarla en este momento, y aunque ahora se encuentra a unos pocos metros de mí, siento que la extraño demasiado. Me vuelvo loco si no la tengo a mi lado, me siento desesperado, la necesito, la voy a extrañar, no quiero irme, maldición, quiero tenerla ahora mismo aquí conmigo, así sea solo viéndola, admirando su belleza, su cabello azul que de alguna forma que no puedo explicar, me gusta mucho, sus ojos intensamente azul. Quisiera que me dijera “oye, hoy vamos a ver Marvelpelículas, quieras o no”. No puedo negar lo mucho que me gusta y lo mucho que la voy a extrañar. M∆RCO.

Luego de que termino de escribir, continúo empacando, la verdad es lo que menos quiero hacer, no quiero alejarme de Phoebe por nada del mundo, tan sólo su la loca no hubiese aparecido... Tal vez hoy todo sería diferente, tal vez estaría acostado con Pheebs viendo una película o haciendo música, qué se yo.

Me siento en la cama y tomo mi guitarra. Intento tocarla, pero no puedo, estoy tan desanimado que no sale nada.

Por fin termino de recoger, ya es tiempo de que me vaya, de que abandone esto, que se ha convertido en mi hogar.

Recojo mi maleta y mi guitarra y voy al cuarto de Phoebe.

Cuando llego escucho que toca el piano, prefiero no interrumpirla, así que me quedo en la puerta escuchando.

Me muero por suplicarte,
que no te vayas mi vida. 
Me muero por escucharte,
oír las cosas que nunca dirás más,
me callo y te marchas.
Mantengo la esperanza
de ser capaz algún día,
de esconder las heridas que me duelen al pensar
que te voy queriendo cada día un poco más.
¿Cuánto tiempo vamos a esperar? ...

No la puedo escuchar cantando eso, me parte el corazón, como odio a esa mujer, por culpa de ella ahora mi novia sufre. Antes de que siga cantando, abro la puerta y la interrumpo. Veo como lágrimas recorren sus preciosas mejillas. Me acerco a ella y la abrazo.

—Pheebs, no llores princesa. — le digo en un tono bajo.

—Lo siento — dice intentando secarse los ojos — de verdad no quiero que te vayas, haré todo para que vuelvas pronto.

—Pheebs amor, déjalo así, ya ganó, y no te preocupes yo haré todo lo que pueda para verte, sé que es muy tentador destrozarle la vida, pero el problema es que ella es mala y poderosa y no quiero que nada malo te pase a ti, además, no será toda la vida, yo cumplo dieciocho en unos cinco meses y mi graduación es dentro de poco, donde por cierto quiero que vayas y que seas mi invitada para la fiesta de graduación.

—Te voy a extrañar mucho — me abraza más fuerte. 

—Y yo a ti — le doy un suave beso en los labios — chao princesa, te voy a extrañar un mundo.

Con todo el dolor que me partía el corazón, salí de cuarto de Phoebe. Fui a despedirme luego de papá y Paula, y sin mirar atrás seguí mi paso. Bajo las escaleras y veo la loca llena de pintura y de vez en cuando rascándose, parada esperándome.

No todas las Princesas visten de RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora