Marco.
La verdad estoy un poco nervioso por la reacción de Phoebe, la verdad no sabía qué tipo de flores le gustara, cuando fui a la florería, había de todo, pero lo que más me llamó la atención fueron esas flores azules como su cabello, tenían de varios colores, blanco, rosa, naranja, el florista me dijo que eran margaritas, en fin, pedí unas quince, siete moradas y ocho azules.
—¿Qué es todo esto? — dice Phoebe cuando entra — y estas flores, ¿Cómo por qué?
Por lo que alcanzo a ver tiene las doce flores que le dejé, así que no creo que me odie, aunque su cara no me dice mucho, y menos felicidad.
—Antes de que te molestes, por favor escucha esto. Me pediste que te prometiera que te mostraría la canción cuando ya estaría lista, además que creo que puede explicarte un poco lo de las flores.
—Aja… continúa.
Al parecer si está un poco molesta, o tal vez confundida… no lo sé, los nervios no me dejan pensar con claridad.
—Y pues, aquí la tengo y te la quiero mostrar.
—¿Aquí?, ¿por qué?, pero, ya va, ¿cómo es que ya la tienes lista?, es decir eso lleva tiempo y tu solo te tardaste un día, o bueno… menos de eso.
—¿Acaso no has escuchado que cuando se quiere se puede?
—Sí, pero…
—Siéntate — la interrumpo — es complicado esto así que escucha la canción, por favor. Luego me dirás qué opinas.
Se sienta callada en uno de los muebles, tomo mi guitarra y empiezo a tocar.
“Cuando veo fotografías de tus ojos,
me pierdo en su infinidad,
bajo la mirada, hacia tu boca
y me dan ganas de besarla.
No entiendo en qué momento pasó todo esto,
pero tengo que aceptar
que no hace falta conocerte mucho,
para quererte de verdad.
¿Para qué tatuarte un infinito en tu muñeca?,
si tus ojitos infinitos de princesa,
son suficiente tus encantos y tus muecas
para besarte cada una de tus pecas.
Solo quiero conocerte
a menudo diariamente,
darte besos en la frente como tórtolos,
si tú me permites verte,
a menudo diariamente,
darte mil abrazos fuertes como dos locos de amor.
Usted, es como magia un daño colateral
y tienes unos labios hechecitos para besar,
qué tal, si me conoces con mis brazos a brigadas,
si dudas de lo que siento pon a pruebas las miradas.
Sin ninguna mala intención, (seducción),
ESTÁS LEYENDO
No todas las Princesas visten de Rosa
Novela JuvenilDe ser hijos únicos pasamos a tener hermanastros, que problema, tanto que nos gustaba no compartir nuestras cosas con nadie y ahora tenemos que lidiar con otra persona más en la casa. La vida de estos dos jóvenes cambiarán cuando tengan que vivir ba...