Phoebe.
— ¿Ya lo tienes? — me pregunta Andrea desde el asiento de adelante.
—Sí, aquí está — le muestro la caja de zapatos que tengo en la mano.
— ¿Y tú Sof? — le pregunta a Sofía que se encuentra en el asiento al lado de nosotras.
—Si — sonríe y mueve unas llaves en sus manos.
Andrés ve el reloj en su muñeca y nos dice que solo faltan dos minutos para que todos nos paremos para salir al receso.
Inmediatamente suena el timbre y las tres nos miramos con complicidad. Andrea y yo dejamos nuestras cajas en el piso y nos paramos al momento que todos lo hicieron, aunque a diferencia de los demás, nosotras pateamos las cajas para que se voltearan y dejaran salir lo que estaba adentro.
Sasha, una de las chicas que tenía más aires de superioridad del salón, empezó a gritar, seguido de ella, las otras chicas de su grupo.
— ¡Abran la puerta! — dice Sasha.
— ¡No abre! — Dice Daniel haciendo un intento en vano por abrir la puerta, él es uno de los que se podría decir es "normal" del salón.
En ese momento Andrea y yo miramos a Sofía como queriendo decirle "bien hecho".
Todo el salón estaba lleno de pequeños ratones blancos corriendo de aquí a allá, haciendo gritar y subirse a los pupitres a las niñas patéticas rubias oxigenadas que tan mal nos caen.
Tratamos de vernos asustadas y de no reírnos para que no supieran que fuimos nosotras, aunque bueno, ya es obvio que todos saben quienes fueron las culpables, pero sabemos que no nos acusarán porque a muchos también les debe de parecer divertido ver a aquéllas chicas tan aterradas.
—¡¿Fueron ustedes, verdad?!, ¡abran la puerta, locas! — dice Sasha parada en uno de los pupitres.
— ¿Nosotras?, no perdón, aunque me divierta demasiado verte así, lamento informarte que no fuimos ninguna de nosotras — me encojo de hombros y trato de parecer muy seria.
— ¿Ah no?, ¡¿Entonces quién diablos fue?! — pregunta muy enojada, a lo que nadie responde. - ¡abran la puerta! — trata de esconder una lágrima, que tal vez se encuentra en sus ojos por rabia o miedo.
Estuvimos más o menos unos quince minutos más encerrados en el salón con todas estas niñas gritando y Sasha llorando, estaba divirtiéndome viéndolas así, pero llegó un momento en el que comenzó a molestarme su exagerada reacción, por dios, solo son ratones, no les harán nada...
— ¿Qué es lo que pasa aquí? — dice la directora cuando logra abrir la puerta desde afuera.
Todos quedamos en silencio hasta que la llorona de Sasha empezó a hablar...
—Señorita Scrull, al parecer alguien — nos lanza una mirada acusadora — dejó cientos de ratones por ahí, además de encerrarnos.
—No nos veas así, — dice Andrea — nosotras no hicimos nada, ¿en serio crees que nos gustaría pasar veinte minutos contigo escuchándote llorar?
—No lo sé, sólo sé que están locas y son capaces de todo. — dice Sasha.
—Bueno ya, dejen de pelear, ya yo encontraré el culpable, y creo que ya fue suficiente castigo para todos que hoy no pudieran salir al receso y aguantarse los gritos que he estado escuchando de hace unos cinco minutos en mi oficina. Y no salen hoy más en lo que queda de día.
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No todas las Princesas visten de Rosa
Genç KurguDe ser hijos únicos pasamos a tener hermanastros, que problema, tanto que nos gustaba no compartir nuestras cosas con nadie y ahora tenemos que lidiar con otra persona más en la casa. La vida de estos dos jóvenes cambiarán cuando tengan que vivir ba...