Capítulo 36

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Phoebe


Miro el reloj de mi mesa, son las 3:12 a.m. un molesto ruido me despierta, lucho con el sueño para mantenerme despierta. Estaba soñando raro, ciertamente no me gustó, la idea de Andrea y Marco juntos no me agrada para nada. No vuelvo a escuchar el ruido, tal vez pudo haber sido el perro o algo así.

Poco a poco me voy quedando dormida, hasta que todo se nubla negro.

La luz que entra por la ventana, llega directo a mi cara y me molesta en los ojos, maldito sol, hoy quería dormir hasta tarde, prácticamente no tengo clases, ya pasé las materias que necesitaba en el lapso anterior... así que ir sería perder mi tiempo, además está Andrea, tendría que verla y ahora lo que más quiero es matarla, ¿cómo se le ocurre ser tan puta? Me siento en el borde de la cama, bostezo, estúpido sol que me despertó, agarro mi teléfono, son las 6:15, todavía es temprano, eso es lo que no me gusta del trópico siempre amanece relativamente temprano, de entre cinco y cuarenta a seis.

Me levanto de la cama y entro en el baño de mi cuarto, me miro en el espejo, suelo mi cabello azul... creo que ya debería pintarlo, tengo un poco de raíz rubia... que molesto... esto de tener el cabello tan claro apesta. Me baño rápido, cepillo mis dientes, salgo y pongo ropa de casa. Tengo hambre... no comí absolutamente nada anoche, pasé un par de veces a la cocina esperando una respuesta pero Marco no me dijo nada. No sé si realmente le importo.

Abro la puerta y un cuerpo cae en el piso. Supongo que estaría sentado, apoyado en la puerta.

—Marco — susurro para mí — Marco — digo más fuerte — ¿qué...

—Pheebs — me interrumpe — te amo.

Empiezo a creer que él era el ruido molesto que escuché en mi cuarto en la madrugada...

—¿Qué quieres?

—Que me perdones.

—¿Por qué habría de hacerlo?, eso no me garantiza que no volverás a creer lo que los demás te dicen. — digo secamente.

Se queda callado por un momento, parece procesar lo que dije. Cuando parece que por fin va a decir algo, me abraza — perdóname — dice — prometo hablar contigo lo que me dicen, sin creerles, creer solo en lo que tú me digas — me besa.

Yo le sigo el beso, no quisiera romper el momento, por más molesta que pueda estar con él, no puedo evitar que lo amo...

—¿Entonces?... ¿me perdonas? — pregunta cuando nos separamos.

—Umm... solo si me traes un helado de mantecado con Nutella y galleta maría — digo fingiendo toda la seriedad posible.

—Está bien señorita, pero ¿me acompaña a la cocina?

—Por supuesto.

Bajamos a la cocina en silencio y uno atrás del otro por eso de "no ser novios en la casa"

—Buongiorno papa — Saluda Marco a Biagio.

—Holu — saludo.

—Buongiorno. Figlio, hoy iré a la antigua casa a hablar con las señoras que me habías comentado. Les dejo panquecas para que desayunen.

—Está bien, nos vemos. — le da dos besos a su papá.

—Nos vemos. Chao Phoebe. — se va.

Marco se acerca a la nevera, la abre y saca el helado, luego va al estante donde guardamos los dulces y saca la Nutella y las galletas María. Agarra una copa para helado y sirve todo.

No todas las Princesas visten de RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora