Capítulo 8.

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Me despierto, y no fue porque quisiera hacerlo, no todavía, si no por un mensaje del entrenador, el celular no dejaba de sonar. 

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Couch: "Partido hoy, ya empiezan la temporada así que a darle con todo en nuestro primer partido, que no se te olvide tu uniforme"

Y si le voy a dar con todo hoy pero no al partido si no a usted unos buenos golpes, por despertarme tan temprano todavía tenía otros 40 minutos de sueño profundo.

Y como sé que no me podré volver a dormir me levanto de la cama y camino hacia la ventana, quito la cortina y me doy cuenta de que hay muchas nubes, todavía es temprano para ver el clima, pero se me hace que va a llover hoy.

Joder pero que hermoso día para que llueva y tenga un partido, oh si hoy es mi día. Este tipo de días no tengo nada de suerte. Genial solamente genial.

Me meto a bañar y no hay agua caliente, no sale con un carajo, sin duda hoy no va a ser mi día.

Salgo de bañar, y para mi suerte me resbalo provocando un gran golpe en mi brazo derecho, ahogo un grito... Ya que si me ha dolido. Mierda.

Pasa mi día... Volando la verdad.

Ya es la salida, y mi amigo y yo nos encontramos caminando por el pasillo. Vamos a ir a comer a su casa y a relajarnos un poco antes del partido.

—Pero lo que no entiendo es —Y pregunta Ed por sexta vez en el día—, ¿Cómo carajos es que salió volando el puré de papas a tu camisa?

Si, escucharon bien un bendito puré salió volando directo a mi camisa, oh si mi día perfecto, para acabarla todo el mundo lo vio y se empezaron a reír como locos.

—Ni yo, la verdad —Digo mientras me encojo de hombros, lo cierto es que no me afecta en lo absoluto—, los días nublados definitivamente no son mis días.

—Ya lo creo —Me dice mientras ríe un poco.

Seguimos platicando de otras cosas, como las estrategias de hoy y cosas por el estilo.

Hasta que... ¡PUM! Choco con un casillero y me caigo al piso, perfecto. Mi día, el mejor de todos.

—Eliot, estoy pensando seriamente en cambiarte el apodo a Patoso en lugar de que Leire lo tenga.

—Ja, ja... Qué gracioso Eduardo —Pero no fui yo quien respondió eso, si no una voz fría, una voz directa, la voz de Leire, ella cierra su casillero muy fuerte—. Pero ¿Sabes?, no estaría tan mal, con el día que Valerio ha tenido. Le vendría de maravilla bien ese apodo.

Y se empieza a reír de mí, perfecto solo perfecto. Todo el mundo se ríe de mí hoy, y lo peor de todo es que no sé cómo defenderme.

—Dijiste que no me volverías a dirigir la palabra o algo así —Le digo a Leire recordando nuestra última conversación.

—No dije exactamente eso, pero no sería mala idea la verdad —Ella suspira mientras sale una pequeña sonrisa de sus labios—. Pero sería más fácil, si dejaras de chocar conmigo. Como el miércoles o chocar con mi casillero. Porque si, la puerta con la que chocaste era mi casillero.

—Ella tiene un buen punto Eliot, yo diría que tú eres quien ocasiona el problema —Resalta Ed burlesco.

—¿Sabes? —Me volteó hacía con él muy enojado—, no ayudas Eduardo.

—Bueno, ya me tengo que ir, adiós, y por favor Valerio deja de chocar conmigo, me estoy empezando a hartar de esto —Dice y con eso se va un tanto enojada, de nuevo.

Y se va por el pasillo, como el otro día, como si nada. Ella es tan directa, y no me quiere en su camino. Una chica tan directa... En serio sigo sin poder comprender porque ella es fría conmigo, tiene sus razones es cierto, pero vamos... Todas las chicas olvidan esas razones si yo llego y les hablo; es como si empezáramos de cero. ¿Por qué no pasa con ella exactamente lo mismo?

Ella sin duda no quiere que yo esté en su camino.

¿Pero yo la quería en el mío? Ni la menor idea tenía. Me provocaba esa emoción de saber que ella no es fácil, pero que yo quiero conseguirlo.

Si, yo quería saber más sobre esa pelirroja, yo quería saber más sobre Leire, saber más sobre la hermana de Román...

¡Eso es!, si me quiero acercar a ella tengo que acercarme a Román, eso es inteligente... Pero el problema es que Román ahorita no me trae buena cara desde la fiesta. Creo que no es demasiado inteligente eso ahorita. Ya sé que tengo el diploma de mujeriego, pero no me cree que no le hice nada a su hermana. Está bien lo acepto, ningún hermano lo creería, pero ahora es cierto, pero quién sabe en un futuro.

Pero tal vez tenga oportunidad de hablar con ella en el partido de hoy, bien si es que no es cortante y se va, porque es obvio que tiene que ir por su hermano.

En fin.

Sigo sin entender por qué sigo obsesionado con esta chica de ojos verdes. Ella es muy fría. Nunca me había metido en este tipo de terreno, pero creo que me gusta experimentar y más si es con ella.

En fin.

—¿Ya bajaste de tu nube? —Eduardo está chasqueando sus dedos enfrente de mí.

—¿Eh? ─De nuevo en mi nube─. ¡Ah, sí claro!

—Bueno ya vámonos, que tengo hambre, poco más y te dejo —Lleva sus manos a su estómago fingiendo que este le está doliendo—, Eliot en serio últimamente estás ahí en esa nube que hace que ignores todo y eso no es bueno para ti.

No digo nada porque no sé qué responder. Salimos del instituto.

Y ¿Adivinen el hermoso clima de ahorita? Nada más y nada menos tenemos nubes con truenos, como dije mi día perfecto.


La apuesta perfecta [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora