Capítulo 55.

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A ella le gusta estar aquí, y si ella es feliz estando aquí, yo también lo soy. Supongo.

A veces hay momentos en lo que me dice lo que piensa, hay otros en los que simplemente se detiene a observar las olas del mar y después me voltea a ver, en esos momentos siento un cosquilleo que empieza en mis estomago y se esparce por todo mi cuerpo, es una sensación muy extraña pero que me gusta sentirla.

Pero siento que no me gustaría acostumbrarme a eso, no me gustaría, pero me gusta esta sensación.

—No siempre sucede, solo a veces —Empieza a hablar—. Hay veces que en algunos, muy raros, atardeceres delfines salen, me gusta observarlos, se me hace algo lindo.

—Supongo que se ve genial —Y tal vez lo sea.

Ella se acuesta en la manta que siempre carga y hace un gesto para que yo también lo haga, y me acuesto a su lado.

—¿Película favorita? —Me pregunta, los momentos que hemos estado juntos se la pasa preguntando sobre cosas para conocerme más, al igual que yo lo he hecho con ella.

Se siente bien que alguien realmente te escuche y parezca interesado en lo que estés hablando.

—No tengo una en específico —Y es cierto, aunque tenga muchas y hay algunas que causan más impacto en mi no tengo una en especifico—, porque yo creo que todas las películas son perfectas. Todas demuestran cosas inexplicables que te envuelven en ellas, sin importar si es mala o buena, todas tienen algo mágico.

—Uf... Que profundo —Lo más curioso de todo esto es que empieza a reír un poco.

—¿De qué te ríes? —¿Acaso fue muy estupido lo que dije?

—De nada... Es solo que nunca imaginé que un chico como tú diría cosas profundas. Ya sabes... Que fueras tierno a pesar de ser tú. No se... Siempre has sido un cretino, y no pude evitar reír.

¿En serio soné profundo?
Tal vez si lo hice.

—¿Gracias?

—Pero... Yo creo que las personas siempre nos sorprenden, con detalles maravillosos. Y me gusta que ya no parezcas un cretino Eliot.

—¿Eso es algo bueno no?

—Si —Ella vuelve a reír.

—Tal vez sigo siendo un cretino, con una mentalidad diferente. 

—Si tal vez es eso —Confirma.

Hay otro momento de silencio. Pero no es incomodo, es ese tipo de silencio que te agrada, que se siente algo cálido. Cómodo.

—¿Has pensado irte y nunca regresar? —Pregunta ella mientras ve al frente, mientras observa las olas del mar —Porque yo odio estar aquí.

Trago saliva.

—No lo sé... —Nunca había cruzado por mi mente irme—. Por un lado me gusta la ciudad, es donde crecí, donde hice amigos, es donde te conocí.

Ella ríe irónicamente.

—Para ti es fácil, es una hermosa ciudad tengo que aceptarlo —Suspira—, pero lo que contiene es una mierda, es un lindo lugar pero las personas son lo que lo arruinan todo, tú siempre has tenido amigos a montones, yo en cambio me cuesta mucho ser amiga de alguien, no he tenido buenas experiencias de vida. A mí me sale todo mal, siempre cometo errores, y todo el mundo lo nota, es como si tuvieran algo contra mí.

La apuesta perfecta [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora