Capítulo 31

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Estoy durmiendo o eso estaba haciendo, ya que mi celular está sonando.

—Maldicion ¿Qué no pueden dejar a un chico guapo dormir? —Murmuró para mis adentros.

Pero en cuanto veo la llamada, sonrío y contesto.
Supongo que no todo era malo.

—Hola cariño —Sonrío estúpidamente, relájate Eliot y deja de sonreír de una vez por todas—. ¿Cómo estás?

—Es lo que quiero saber , Valerio —Escucho su nerviosismo—. No me acuerdo de nada de la noche anterior, no sé ni si quiera como llegue a mi casa y para acabar tengo un dolor insoportable de cabeza.

Veo la hora, son las nueve y media. Esta chica si que le gusta madrugar, yo hubiera dormido hasta el medio día si no es que más tarde.

—¿No te acuerdas de nada? —Al parecer no mentía que cuando bebía demasiado no se acordaba de nada—. ¿Absolutamente nada?

Algo en mi deseaba que si lo hiciera, tan si quiera un poco.

—No, no mucho tengo varios fragmentos pero aún así son muy borrosos... No me acuerdo de qué pasó ayer —La escuché soltar una carcajada seca—. Perdón por eso me acorde de las películas, pero espero que no hayan sido como ellas. Y espero no haber hecho ninguna estupidez.

Sonrió levemente mientras me siento en mi cama, y me llevo una mano a la cara. Después agito mi cabello.

— ¿Ya has desayunaste algo? —A mi ya me dio hambre.

Aprovechando la despertada.

—Me acabó de despertar.

—Eso es un completo no, perfecto —No estaba seguro porque decía que perfecto, pero bueno—. Pasó por ti en media hora para ir a desayunar, y contarte de todo lo que no llegues a acordarte de la noche anterior.

—No creo que sea una gran idea, Valerio —Se detiene por varios segundos antes de continuar—. Mejor me quedo aquí en mi casa descansando y durmiendo.

—Pasó en media hora por ti, cariño.

Y le cuelgo.

Me acuesto de nuevo en mi cama, demonios...
No se acuerda.
¿Y ahora que le diré?
Ni idea.
Suspiro.

Me meto a bañar, no tardó casi nada, me cambio rápido y le grito a mi mamá que voy a salir. Que la veía en un rato más.

Enciendo el auto y me voy a casa de Leire.

Le envío un mensaje, diciéndole que estoy afuera esperándola.

Ella tarda un par de minutos en salir. Sale con su gorra y sus lentes pero ahora son oscuros, tengo una gran sonrisa en mi cara recordando lo que paso ayer, y no se todavía si mencionarlo o no.

Demonios, todo sería más fácil si recordara. Al fin y al cabo ella fue quien me besó primero.

—Hola cariño —La observó detalladamente.

—¿Me llamaras así por siempre? —No se si lo dice enojada o resignada.

—Mmm... si, supongo —Le sonrió mientras me encojo de hombros—. Vamos a ir a una cafetería del centro.

Ella asiente. Y yo enciendo la radio.

Todo está muy callado, ella se dedica a observar las calles de la ciudad, mientras suspira mucho.

Estoy nervioso, no se que decirle, ya que con este tipo de cosas me la paso presumiendo, pero ocultar algo que me gustó... No lo sé.

La apuesta perfecta [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora