Capítulo 30

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Ella camina un tanto despacio, después se sienta en el cofre del auto.

—Siempre me ha gustado la noche —Empieza a hablar de la nada por fin—, hace ver lo frío que es el mundo y que no siempre brilla, que a veces todo tiene su lado obscuro.

Me siento junto a ella, los dos nos encontrábamos mojados por completo. Y aunque ella estuviera temblando del frío; no parecía importarle, se dedica a observar el cielo.

—Me gusta ver las estrellas —Continua ella—, es como si tuvieran vida propia, se mueven de un lado a otro y van por las galaxias alumbrando todos lados, es como si estuvieran para ti, acompañándote en esta vida y nunca les dijeras gracias por estar alumbrando a la oscuridad.

Abro mi boca para decir algo, pero ella sigue hablando.

—Me gusta sentarme en el jardín de mi casa, acostarme y ver el cielo hasta que este se pone negro, me gusta esperar a que salga la primera estrella y pedir un deseo, eso siempre me decían mis padres "en cuanto veas la primera estrella brillar en el cielo pide un deseo". —Ríe un poco—. Cuando tengo tiempo lo hago, espero el atardecer y después la noche, hasta poder ver la primer estrella y ahí pedir mi deseo. Siempre es el mismo deseo.

Queda todo muy callado otra vez.
Me gusta que diga lo que piensa, cuando habla provoca que algo en mi se sienta completo. Me gusta que hable sin que yo le pregunte nada.

—¿Cual es tu deseo?

Ella me voltea ver, nos miramos a los ojos y después vuelve a mirar al cielo.

—Ser feliz. Simplemente despertar y no tener la misma mierda de siempre, que me traten de diferente manera, no como una broma, disfrutar de todo y que no vuelva a sufrir. Una vida fácil y feliz. Pero... —Sonríe algo triste—, no todo se puede en esta vida. Así que todo eso del deseo es absurdo. Ni si quiera sé porque te lo estoy diciendo.

Yo también me había puesto a ver el cielo, pero en cuanto bajo mi cabeza ahora noto que ella me esta viendo.

—A mi igual me gustaría ser feliz —Lo digo en un tono muy bajo, pero ella puede escucharme, yo se que lo hizo.

—Oh vamos, tu eres feliz, puedes tener todo, tienes amigos, eres uno de los mejores jugadores del equipo, te la pasas de fiesta en fiesta, nunca te han molestado, puedes tener a cualquier chica en tus pies, eres guapo —Abro mucho los ojos, nunca imagine que ella pudiera decir eso alguna vez, lo de ser guapo—. Vamos no me mires así, todas las chicas lo saben, tienes la vida perfecta de un adolescente. Como si todo estuviera resuelto para ti.

Me quedo pensando unos segundos. Sin menor a duda las personas solo ven lo de afuera, no me había parado a pensar en ello. Y si eso es lo que ve ella en mi, es todo lo que el mundo ve en mi.
Un chico guapo con una suerte rara que puede tener lo que quiera. Sonrió de lado, que falsa vida me he creado al parecer.

—Es cierto, pero a veces no todo esta bien, no siempre es perfecta mi vida y no, para que lo sepas no todas las chicas están a mis pies, tu no lo estas Leire, tu eres diferente, veo a todas y se que matarían por hablar conmigo y después te veo a ti... Y simplemente no puedo descifrarte, no se que pasa contigo —Me detengo unos segundos antes de continuar—, pero es como si me gustara, como si me gustara tener que luchar por algo, y que simplemente las cosas no sean tan fáciles. Me gustas como ninguna chica lo ha hecho y créeme que es mucho, me gusta lo que tienes dentro de ti.

Ella suspira, sin dejarme ver.

—¿En serio te gusto tanto?, el problema es que por mas que lo pienso y pienso, no me cabe en la cabeza. ¿Por qué yo? He llegado a varias conclusiones. ¿Cómo se que no es más que una simple broma? ¿Cómo se si lo que realmente dices es cierto? Dime, ¿Cómo Valerio? —Tiene una mirada dura, de querer tratar de comprender todo esto, como si yo tuviera una respuesta que le haría creer en todo—. ¿Cómo se que no saldré lastimada de todo esto?

Se lo había dicho varias veces, pero aún así no bastaba, ella ya no confiaba en las palabras y no la juzgo por eso, así que me paro, quedo enfrente de ella.

—Hace rato me preguntaste sobre aquel beso, dude decírtelo porque no suelo decirlo, de hecho nunca lo he dicho, nunca le he dicho a alguna chica que me gustan sus besos o no; aunque estos hayan sido muy realmente buenos —Creo que me desvíe un poco del tema.

—¡Oye! —Río por eso.

—Lo que trato de decir, es que dude porque no estoy acostumbrado a decirlo —Me acerco a ella—, pero... la verdad —Trago saliva, si se lo quería decir hace rato, pero no me dejó. Le tomó la mejilla, y la veo a los ojos—, me gustó nuestro beso, no es porque seas una experta en eso...

—¡Oye! —Vuelvo a reír.

—Me gustó porque tú me lo diste, y sentí... como algo diferente a los demás besos que he dado —Y es cierto, por primera vez le decía algo "dulce" sin tener que mentir—, y me gustaría repetirlo.

Y entonces me acerco, no despacio, me lanzo a ella y la beso. La beso de la manera en que jamás había besado a alguna chica, de la manera mas segura, este beso estuvo cargado de simples sentimientos, la beso como si mi vida dependiera de ello y lo mejor de todo esto es que ella me correspondió aquel beso. Me separo unos centímetros de ella y le susurro.

—Me gustas Leire, me gustas porque eres diferente y eso es lo que me marcó —Y por primera vez dije aquellas palabras.

Y antes de que ella dijera algo la vuelvo a besar. Ella no se separa, no se si fue porque seguía algo atontada del alcohol o porque a ella le gustaba lo que estaba haciendo, no me importa, porque puedo sentir su piel, sus labios y sus respiraciones cerca de mi, no me importa si ella no recordaba mañana nada de lo que hizo, porque de algo tengo claro, nunca olvidaré esta noche.

La noche en la que me di cuenta lo que sentía por ella realmente.
Y lo que jamás volvería a sentir por nadie más.

La apuesta perfecta [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora