34.<<Desconocida>>

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Adrien :

Remuevo de un lado al otro mi cabeza, buscando un poco más de comodidad, siento el brazo de alguien tomar posición en mi cabello y masajearlo ligeramente haciendo que me relaje.

—Duerme...— susurra una voz angelical —debes estar muy cansado mi Adrien.

Marinette deposita un beso en mi cabeza y luego suelta un largo suspiro, ella está también cansada, sobre todo emocionalmente, Ayrus no despierta y Lyn, por más que lo intenta no tiene aliento para recuperarse, solo quiere llorar y se siente culpable.

Estas semanas han sido un completo martirio, mi hijo no reacciona ante la terapia, no hay ninguna señal que me diga que estará bien y eso me carcome el alma, solo quiero verlo levantarse de esa camilla y decirme que ya se siente mejor.

Observo a mi azabache reprimir las ganas de llorar, sé que también le duele todo esto, aunque intenté mantenerse positiva.

—No llores...

Ella se exalta al oírme hablar porque supuestamente yo seguía dormido, sus pupilas me analizan y sonríe poco a poco.

—Creí que estabas durmiendo— aparta sus dedos de mi cabello y se incorpora en el sofá.

—Escuche tu voz y el sueño se me fue— digo sentándome, ella no responde —Han sido días muy difíciles...

—Mi hija se echa la culpa de todo— dice en un aludido, remueve los mechones de su cabello —temo que...

—¡Tú hija es la culpable!

Un grito cargado de ira resuena en la habitación de hospital, volteo mis ojos para encontrarme con un Kagami enardecida de odio, me levanto al igual que Marinette.

—No voy a permitir que digas eso— amenaza la ojiazul —mi hija está dañada y triste.

—En primer lugar ¿Qué haces tú aquí? Está es la sala de espera para los familiares de mi hijo, tú no eres nadie— reprocha Kagami.

—Calmense ambas— intento tranquilizarlas —yo traje a Marinette, solo quería su compañía.

—Eres un cínico.

—Tú y yo ya no estamos casados, firmaste el divorcio ¿Recuerdas?— le recalco lo que sucedió después del desfile de modas.

—Pero eso no te da derecho a tenerla aquí, no quiero verla— dice a regañadientes —Ella y su hija son las responsables de todas nuestras desgracias, por su culpa mi hijo está en peligro de muerte.

La aflicción se hace presente en el rostro de la japonesa, lo cual me provoca ganas de llorar, ella no es la única que sufre, yo también quiero a mi hijo.

A pesar de muchas cosas, él ha sido mi esperanza durante todos estos años.

—Mejor me voy— habla Marinette, yo asiento aceptando su desición —no quiero tener más problemas, hablo contigo más tarde.

Ella se acerca a mi y deja un beso en mi mejilla, sus pupilas conectan conmigo y puedo sentir en ellas un dolor inmenso.

Una vez que sale por la puerta poso mis ojos en la japonesa que está cruzada de brazos mientras un par de lágrimas caen en sus mejillas.

Huellas Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora