22.<<La lluvia es testigo>>

33 3 1
                                    

Ayrus :

Sostengo entre mis manos el volante del automóvil, el trayecto ha sido largo desde la tienda de ropa hacia la casa de Ada, si, fui con ella de compras.

Intentar quererla es difícil, y eso que solo llevamos unos días de noviazgo, nada es igual a antes, Ada no me gusta, ya no.

En mi jodida mente solo aparece la imagen de Lyn sonriendo y luego con el rostro lloroso, esa mirada que me dió antes de besar a mi hermano me quebró completamente el alma. Que horrible es saber que no puedo estar con ella.

Soy un maldito idiota, no puedo dejar de pensar en ella y escuchar su voz en mi cabeza.

—Debo olvidarme de ella— me reclamo a mi mismo.

No entiendo cómo en tan poco tiempo todo cambió a mi alrededor, me enamoré de la chica equivocada, mi hermano lo hizo también, papá se fue de la casa y mamá no deja de llorar en cada rincón, no sé que hacer con mi asquerosa vida.

Es un infierno.

Durante el camino hacia mi casa, el cielo comienza a nublarse y mostrar un color oscuro con truenos resonando de vez en cuando.

Y comienza a llover. Llueve desde el cielo así como llueve en mi corazón.

El sonido de las gotas que caen en el agua del río Sena llaman mi atención, la olas comienzan a subir, hasta que me percato que hay alguien sentado en una de las bancas a la orilla del Sena. Aquella persona se mantiene sentada en plena lluvia sin importarle lo mucho que pueda mojarse en ese lugar, su rostro mira al suelo mientras su cabello cae en cascadas y va pegandose a su rostro debido a la lluvia.

Paro inmediatamente el automóvil, busco entre mis cosas y saco el paraguas negro que siempre llevo en el carro, salgo de él, me preocupa verla en ese estado y sin cubrir su cuerpo del agua, me acerco lentamenye a ella y abriendo el paraguas lo poso encima de su cabeza.

—Esta lloviendo— susurro.

—Mira que no lo sabía— murmura sarcástica la pelinegra pero al ver quién soy, se espanta.

—Si sigues aquí puedes enfermarte— intento sonar tranquilo, aunque debido a su mirada seria es imposible estarlo.

—¿Qué haces aquí?— parpadea varias veces, su quijada tiembla por el viento que azota nuestros cuerpos.

—La verdadera pregunta es ¿Qué haces tú aquí?— la apunto —Deberias marcharte, la tormenta está empeorando y...

—¿A tí qué demonios te importa?— ataca poniéndose de pie y alejando el paraguas hacia mi —No tengo porque escucharte...

Siento una horrible sensación al ver sus ojitos llorosos, verla tan vulnerables me lastima.

—Si me importas, no quiero que nada malo te pase Lyn— le extiendo nuevamente el paraguas pero ella no lo agarra.

—¡Si yo realmente te importara, hubieras tenido el valor para decirle a tu hermano que te gusto!— en ese segundo ambos sentimos como un fuerte trueno resuena en el cielo.

Mi corazón salta al escuchar la dureza de sus palabras, me maldigo internamente por quedarme callado y no contradecirla, me hiere profundamente.

Huellas Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora