35.<<Plan>>

20 3 0
                                    

Lia:

—Voy a vivir con él— dije completamente decidida.

Lo había pensado arduamente durante toda esta semana, y era justo lo que necesitaba en este momento. Quedarme en París, para estar con mi amiga y sobre todo, estés cerca de Kairos.

—¡No puedes hacer eso Lia!— renegó mi madre cruzándose de brazos, sus ojos irradiaban de enojo y para nada me aterraba —¡No quiero que le metas esas ideas en la cabeza a mi hija!

Está vez se refirió al señor Lahiffe que se encontraba a mi lado, él se mantuvo serio mientras mi madre lo seguía enfrentando.

—Lia quiere pasar tiempo con su "padre" y su hermana, tiene todo el derecho— dice tranquilo haciendo énfasis en la palabra padre.

Por mi parte me siento extraña al escucharlo, aún no puedo llamarlo así, y creo que tardaré demasiado para hacer eso, mucho menos decirle "hermana" a Ada.

—No tienes derecho a opinar sobre mi hija, ella ni siquiera lleva tu apellido.

—Porque nunca me dijiste que tuviste una hija mía— reprocha haciendo un ademán —Ella quiere vivir conmigo, no puedes hacer nada ante eso, es su desición.

—¡Eso no es cierto!— niega mi madre y yo la interrumpo.

—Es mi decisión madre, quiero vivir con el señor Lahiffe, quiero quedarme en París, quiero estar cerca de mi amiga y...

—¿Y qué más?— cuestiona ella.

—Quiero estar cerca de mi enamorado...

—¿Qué?— abrió los ojos sorprendida —¿Desde cuándo...

—Eso no importa— declaro alzando mi maleta que ya había preparado en la mañana —Puedes volver a Italia si quieres, pero yo me quedo aquí, no muevo para nada.

—Pero hija...

—Pero nada mamá, necesito un tiempo para procesar todo, y sé que no lo haré contigo a mi lado, no quiero verte aún por favor entiéndelo.

Siento como me arde la garganta al decir eso, es mi madre y no quiero tratarla así, sin embargo, la amargura que traigo atorada me hace actuar de otra manera.

—No me iré a Italia sin ti, eres una adolescente, no puedes decidir por ti misma.

—Pero soy hija biológica de este señor— lo señalo —ya hicimos la prueba de ADN, ahora tiene pruebas para que yo pueda quedar con él, en su casa.

—¿Irás a un lugar donde probablemente la esposa de este sujeto te trate como una bastarda?— esas palabras me duelen.

Duelen mucho.

—¿Y eso no es lo que soy?— pronuncio a punto de llorar.

Y sin decir más tomo mi maleta y salgo de la casa, rumbo a un nuevo hogar.

Quizás un infierno.

[...]

—¿Está seguro de que su esposa me aceptó?— inquiero por tercera vez mientras él sigue conduciendo.

Huellas Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora