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Tres días después Kaname fue dado de alta, pero volver solo a casa de sus padres no era una opción, tampoco lo era volver a casa de su esposo. Takuma ya tenía todo listo para llevarlo con él cuando Kaname le dijo que no. No quería ir con el rubio, no a pesar de deberle tanto.

- ¿Pero dónde irás? - decía el rubio sin entender al castaño

- No lo sé,  pero necesito pensar en todo lo que ha pasado -

- En casa puedes pensar. Yo no te molestare -

- Tú estás enamorado de mí y yo... yo no sé lo que siento -

- Pagare un hotel para ti - ofrece Takuma

- No, soy capaz de hacerlo por mi mismo. Ahora te pido que te vayas, prometo llamarte cuando encuentre un lugar apropiado -

- ¿Un lugar apropiado? -

- Sí,  ahora porfavor,  vete -

Takuma salió de la habitación del chico y a los pocos segundos ingresó Zero.

- ¿Ya te vas? - dice el hombre

- Sí,  ya no necesito estar en un hospital.  Mi cuerpo está sano -

- Me alegra - dice Zero

- Tú ¿Cómo estás? -

- Estrañando tu presencia en casa -

- Ya no tengo al bebé,  no necesitar fingir -

- Lo sé,  nuestro hijo se fue. Pero tú...tú sigues aquí, contigo -

- No. Yo no estoy contigo. Nos casamos solamente por nuestro hijo, pero ahora que ya no está, puedes volver a tu vida perfecta. Vuelve con Yuuki. Yo... yo aprenderé a no quererte. Los malos recuerdos que tengo de nuestro matrimonio me ayudarán a matar lo que siempre sentí por ti -

- Kaname, no. Yo no quiero que esos sentimientos mueran. Me equivoqué contigo.  Te juzgue mal, pensé que eras igual a tu padre -

- ¡Basta! No quiero oír más - y acercándose a Zero - Me conoces desde que tenía siete años, casi toda mi vida y creíste que era como él,  sabías todo lo que mi madre y yo sufrimos con él y creer que somos iguales.  Quince años y no fuiste capaz de conocerme, de quererme o simplemente respetarme. Zero. Yo me casé por mi hijo y porque estaba enamorado de ti, sabía que ese sentimiento no era recíproco,  pero al menos pensé que algo de cariño tenías por mí.  Fui yo el que se equivocó  -

Y tomando su pequeño equipaje salió de la habitación,  afuera su tío al verlo con sus ojos lleno de lágrimas lo abrazó  con fuerza. Ese chico y su madre habían sufrido tanto a manos de su medio hermano que se sentía en la obligación moral de apoyarlos.

La llegada de Kaname a casa de Rido fue triste. El joven no se sentía con fuerzas para nada,  había perdido ese hijo que tanto dolor y tanta ilusión le había dado. Y ahora se sentía vacío.

- ¿Por qué no puedo jugar con mi primo? - decía Senri a su padre

- Kaname necesita tranquilidad,  necesita estar solo por el momento -

- Pero tú dijiste que no es bueno estar solo cuando se está triste, por eso no me dejaste solo cuando mamá murió -

- Bueno. A veces las personas necesitan estar a solas y otras veces necesitan estar con los que los aman -

- Papá,  yo lo he escuchado llorar. ¿Por qué llora él? ¿Acaso su mamá se ha ido al cielo como la mía? -

- No, no ha sido su mamá  -

- Entonces ¿quién? -

- Su bebé  -

- ¿Los bebés se mueren? Papá - dice intrigado el niño

- A veces sí,  a veces los bebés no son tan fuertes y se van al cielo -

- Papá, y los niños también nos vamos al cielo -

- También -

Senri se aferró al cuello de su padre lleno de temor.

- Papá,  yo me quiero quedar contigo,  aún no quiero ir al cielo con mamá,  la extraño, pero no quiero dejarte solito -

- Tú te quedarás siempre conmigo  - dice el hombre sin poder contener sus lágrimas,  pues sabía que esas palabras eran mentira, los días de su hijo estaban contados.

La madre de Senri había muerto por una falla cardiaca congénita que la mujer tenía, falla que su pequeño también tenía. La mujer había tenido tantas operaciones en su infancia que el matrimonio había tomado la decisión de que Senri se iría cuando Dios lo dijera, por eso el niño jamás había sido intervenido quirúrgicamente en su vida.

Tres días después Senri no aguantó más y se adentró en el cuarto de su primo.

- Hola - le saludó el niño

- Hola - respondió Kaname - Sal de mi habitación -

- ¿Por qué? Esta es casa de mi papá - dice el niño con naturalidad - Tú eres visita -

- ¡Y tú un mocoso impertinente! Acaso tu madre no te ha educado bien -

- Mamá se murió cuando yo era más chiquito -

- Por eso eres un pesado, porque eres un medio huérfano -

A Senri se le llenaron los ojos de lágrimas, nunca nadie le había tratado mal, nunca nadie lo había mirado con tanto desprecio como lo hacía Kaname.

- ¿Vas a llorar? -

- No. Yo no voy a llorar ¡El que llora eres tú! -

Kaname se acercó al niño y sin miramientos los abofeteó.

- ¡Te voy a acusar con mi papá! - grita el pequeño con su mano sobre su mejilla enrojecida por el golpe recibido

- Tú no sabes nada de la vida, eres solo un chiquillo rico que lo ha tenido todo, cuando crezcas serás solo un desalmado, una cosa como tú no debería vivir -

Senri salió corriendo de la habitación de su primo y se escondió en la suya. Cuando su padre volvió del trabajo, el niño no dijo nada, pero el sexto sentido de su padre le indicó que algo pasaba, el problema era saber qué.

Esa noche fue la primera vez que Kaname bajó a cenar con el dueño de casa.

- A tu madre le darán el alta pronto,  he hablado con ella y a aceptado venir a pasar su convalecencia aquí,  junto a ti -

- Muchas gracias, tío -

- No me agradezca, ustedes son mi familia, y tanto Senri como yo estamos felices de que estés aquí - y acariciando una de las pequeñas manos de su hijo - Cierto campeón -

- Sí, Papá - responde el niño bajando la mirada a su plato

- Hoy si que tienes hambre -

- Tengo sueño. Quiero ir a dormir -

- Claro ve -

Senri se despidió de su padre y se fue a su habitación. Mientras Kaname lo miraba casi con odio. Ese chiquillo tenía todo lo que una vez él soñó.

Casado sin AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora