El Dr. Daniel Rodríguez es el nuevo médico de Centro Médico de Cherry Hill. Es alto, joven e increíblemente atractivo... pero también es un médico muy ético. Y odia a los que rompen las reglas. El problema está cuando él es el primero en romperlas...
Eran las 10h15. Claire llevaba más de dos horas trabajando y por fin se sentó en su mesa. Entre reuniones y llamadas telefónicas, ahora podía encontrar un momento para ocuparse de algo que había estado planeando desde su conversación con Jane. Cogió el teléfono fijo y marcó el número del centro médico.
—Buenos días, me gustaría pedir una cita con el Dr. Rodríguez. Mi médico —le dijo a la persona de la recepción.
—Tienes un hueco a las 12 del jueves. ¿Te viene bien? —dijo la mujer.
—Está bien.
—¿Puedo saber el motivo de tu cita para poder poner junto a tu nombre en el formulario? —Le hacía las preguntas normales para que el doctor pudiera anticipar el tiempo que podría durar una cita y así poder organizar su agenda.
—Por supuesto, me llamo Claire Ross. Se trata de una cita de planificación familiar, gracias. —Se mostró asertiva e interiormente orgullosa de su actitud valiente.
—Muy bien, señorita Ross. Tienes cita para el jueves a mediodía con el Dr. Rodríguez.
—Gracias. —Colgó y pensó que estaba a punto de ponerse interesante. Estaba ansiosa y nerviosa por su pequeña estrategia, pero la idea de ver su cara cuando le dijera para qué era la cita no tendría precio. Al menos iba a darle una buena «paliza», o mejor dicho, una bofetada de guante blanco. Y después de eso no tenía intención de volver a verlo.
El jueves llegó.
Daniel habló con la enfermera por la mañana para organizar el programa del día. Iba a tener un día completo de citas y algunos pacientes que sabía que iban a contarle todas sus historias hipocondríacas para nada, pero seguían viniendo a las citas porque realmente querían desahogarse. Los médicos de cabecera eran más psicólogos que profesionales de diagnóstico. Pero Daniel era muy paciente y empático con la gente y sabía que esto también formaba parte del tratamiento. Y disfrutaba tratándolos. Sobre todo, porque la mayoría de los pacientes no tenían enfermedades graves de las que tuviera que ocuparse, como en su anterior trabajo, cuando ejercía su otra especialidad. Por el momento, la había descuidado un poco. Y se dio por satisfecho con ello.
—Y a las doce —continuó la enfermera—, la señorita Claire Ross —dijo. —Los ojos de Daniel se levantaron de su agenda cuando la profesional que tenía delante le habló.
—Perdona, Ellen, ¿qué has dicho? —Le pareció oír un nombre conocido.
—He dicho que a las 12 tienes una cita con la señorita Claire Ross. Viene a una cita de planificación familiar —dijo con su voz muy altiva y seria.
No... No había escuchado mal. ¿Claire? Venía a su cita. No le había dicho que iba a cambiar de médico. Dudaba de que ella quisiera que fuera su médico después de lo ocurrido entre los dos, y la comprendía perfectamente. ¿Planificación familiar? ¿Qué entendía por planificación familiar? Claire no necesitaba planificación familiar, a lo sumo una revisión, que sí, le faltaba. Pero no había nada que planificar. No tenía relaciones sexuales con nadie. O al menos eso pensaba. Su cabeza empezó a dar vueltas en un mareo. Se agarró a la silla.
—¿Está usted bien, doctor? —La enfermera le miró con los ojos muy abiertos, porque Daniel se había puesto blanco, del color de la pared.
—Sí, sí... Sí, continuemos con las citas. —Daniel seguía anotando nombres y horas, pero sus pensamientos estaban bloqueados en lo que Ellen acababa de decirle. Sería un malentendido. Pero lo iba a descubrir muy pronto. Le molestaban bastante sus dudas.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
