Capítulo 18

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Daniel estaba dormido cuando Claire se despertó de nuevo. Habían dormido unas horas más. El sol todavía estaba alto en la ventana. Consiguió apartarse del brazo de él que la rodeaba, muy lentamente para no despertarlo.

Fue al baño y cuando volvió, Daniel seguía dormido. Vio su ropa en una silla y fue a ponerse la ropa interior y el vestido que se había puesto la noche anterior. Salió de la habitación en busca de la cocina para coger un vaso de agua.

Encontró el grifo de la cocina y cogió un vaso de agua. Decidió volver al salón donde habían entrado la noche anterior y se sentó en el gigantesco sofá del centro. Su casa parecía una de esas revistas de decoración donde todo está inmaculadamente en su sitio, casi dando la idea de que nadie vive en ella. Era un lugar muy bien decorado, con líneas modernas muy rectas, en blanco, negro y gris. Muy monocromático. Característica de la casa de un solo hombre. Le faltaba la calidez que las mujeres suelen aportar a una habitación. Se levantó y empezó a cotillear por la instancia. Había unas cuantas estanterías en un armario con varios CD de jazz, libros de medicina, casi todos. Una pila de hojas mal ordenadas entre algunos libros le llamó la atención. Tal vez porque no estaban tan ordenados. Los cogió para ponerlos en el lugar adecuado. Pero cuando lo hizo, no pude evitar ver lo que contenían. Su rostro adoptó la forma de un muerto viviente. Sus manos empezaron a temblar. Había una foto de ella de adolescente y se dio cuenta de que estaba sujetando una serie de documentos policiales. ¿Qué hacía su foto allí? ¿Y qué hacía Daniel con ella? Empezó a hojear los papeles y un mareo tan grande pasó por su cabeza que pensó que iba a caer al suelo. Allí estaba su juicio con todos los detalles, exámenes médicos e información detallada sobre el intento de violación que había sufrido. ¿Pero cómo es que Daniel tenía todo eso? No podía ser. Era imposible. ¿Había estado investigando su vida? No tenía sentido, a penas la conocía. ¿Qué clase de persona hace eso? Además, le había mentido, diciendo que no sabía nada de su estado ni de lo que le había pasado. ¿Quizás por eso se había atrevido aquella noche? O más bien... por eso le había dicho mil veces que iba a ser cuidadoso. Lo había planeado todo, pero iba a convertirte en el hijo de puta preocupado.

Las lágrimas corrieron por su rostro al galope. Nunca se había sentido tan engañada, violada y utilizada como ahora. Ni siquiera cuando el gilipollas de Brian le jodió la vida con su mente flaca y controladora intentando abusar de ella. Se sintió igualmente maltratada. Alguien había estado comprobando todo sobre su vida sin pedirle permiso, y mintiendo. ¿Cómo lo había conseguido? «Cabrón», pensó Claire. El dolor y la rabia eran tan grandes que sólo quería salir de allí y no volver a mirarle.

Dejó los papeles sobre la mesa frente a la librería. Cogió su bolso y se dirigió a la puerta para salir. Cerró la puerta para no hacer ruido y advertirle de su arrebato. No quería que la viera ni que la siguiera.

Llegó a la puerta principal que daba a la calle tras cruzar el patio interior. Cuando abrió la puerta, un trasportista acababa de llegar allí. Y estaba tocando al timbre. Mierda, iba a despertarlo. Iba a despertarlo. Menos mal que se iba. Pero el transportista empezó a hablarle tan rápido que no pude evitar comunicarme.

—He venido a dejar un paquete para el Dr. Rodríguez. ¿Puedes firmar aquí?

Claire no quería ser retenida por más tiempo, así que dijo que sí.

—Aquí está. Es de la familia Bernett. Es un pequeño detalle para el cumpleaños perdido de su mujer, sienten la ausencia. Me pidieron que lo dijera. Y que lamentan no haber podido asistir.

Claire se agarró a la puerta con una mano. Sintió que sus pies perdían el contacto con el suelo. ¿Mujer? Debía estar escuchando mal. El transportista acababa de decir que Daniel estaba casado. Eso era perfecto. Fue la guinda del pastel. Estaba casado, conocía su pasado y posiblemente había encontrado en Claire un juguete sexual mientras engañaba a su mujer. Posiblemente ni siquiera era su casa, sino su refugio donde guardaba a sus amantes o a sus presas. Sentía que iba a vomitar. El mareo era tan fuerte que su mano ya no podía soportarlo. El hombre que tenía delante empezó a preguntarle repetidamente:

El nuevo doctor | ROMANCE HOT | TERMINADA Y COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora