Capítulo 34 - Final

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Claire experimentó un escalofrío, su mirada clavada en la de Daniel. ¿Era aquélla la ocasión? Hasta la llegada de Daniel no había sentido el deseo; el sexo había sido una incógnita, una idea de sufrimiento, una esperanza, y en última instancia, una decepción de quien no había empezado con buen pie. No tenía miedo de él, sino de fracasar de nuevo. Amarle era algo tan nuevo, tan sorprendente, que no quería empañar esa sensación. Era una cobardía, pero preferiría no intentarlo y conservar así la débil esperanza de que tal hubiera sido posible, en vez de intentarlo y fallar. Aquella posibilidad un pobre consuelo, pero era mejor que nada. El bebé de Daniel y Claire, Peter, tenía ya casi tres meses y, desde que nació, no habían estado juntos ni habían hecho el amor. Daniel quería respetar su espacio, tan importante, y estaba dispuesto a esperar lo que fuera necesario. Pero ahora estaban los dos solos y por fin Peter les daba un respiro por las noches.

—No sé —dijo nerviosa—. ¿Y si...?

—Deja de preocuparte por eso —la interrumpió Daniel—. Tú sólo túmbate, cierra los ojos y déjamelo todo a mí.

Era más fácil decirlo que hacerlo. Claire le miró todavía con preocupación, incapaz de decidir sí o no. Le habían ocurrido demasiadas cosas malas para poder dar aquel paso. Se odió a sí misma por ser tan débil, y los ojos empezaron a llenársele de lágrimas.

Daniel le concedió aproximadamente dos segundos y después resolvió él mismo la cuestión. Bajó la mano por su cuerpo y la pasó por debajo de la cinturilla de las bragas, para introducirla en la hendidura de entre los muslos. Claire dejó escapar un gemido de sorpresa y automáticamente aferró la muñeca de Daniel y tensó los muslos alrededor de aquella mano.

Tenía los ojos muy abiertos, eclipsando la palidez de su rostro. Pero incluso mirándose fijamente el uno al otro, un rubor febril inundó sus mejillas.

—¿Confías en mí? —preguntó Daniel con voz calma, como si no le estuviera costando hasta el último resquicio de autocontrol contenerse para no poner a Claire debajo de él y hundirse dentro de ella, buscando así un bendito alivio para su dolorosa erección.

Ella se mordió el labio, y él estuvo a punto de soltar un gemido por la provocación.

—Bueno, sí.

—Entonces relaja las piernas. No voy a hacerte daño. De hecho, te garantizo que va a gustarte.

Ella consiguió sonreír débilmente.

—Conque me lo garantizas, ¿eh?

—Por supuesto. —Inclinó la cabeza y le rozó los labios en un ligero beso.

Claire se estremeció, atrapada por los dientes de la cobardía. Tenía miedo de probar y fallar, y miedo de que, si no confiaba en él ahora, tal vez no tuviera otra oportunidad. Al final, el segundo de esos miedos resultó ser más fuerte. Fuera como fuera, quería saber lo que era acoger a Daniel dentro de su cuerpo, después del parto, sentir su increíble fuerza penetrar en ella, proporcionarle placer a él, aunque sólo fuera eso. Daniel estaba empeñado en darle placer a ella primero, estaba segura, pero también sabía que después le tocaría a él. No estaba accediendo simplemente a un jugueteo, sino al acto sexual completo.

Aspiró profundamente, temblorosa.

—De acuerdo. Mientras tenga tu garantía personal.

—Lo pondré por escrito y lo haré firmar por un notario —prometió Daniel, y volvió a besarla—. Muy prontamente. —Se casarían en tres meses, todo estaba ya arreglado.

Claire no podía controlar los leves temblores que le sacudían todo el cuerpo, pero volvió a aspirar profundamente y separó lentamente los muslos. Daniel acarició suavemente los blandos pliegues cerrados, y ella dejó de aferrarle la muñeca.

El nuevo doctor | ROMANCE HOT | TERMINADA Y COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora